octubre 21, 2011

Canela (vida) |Nov. Online||derechos reservados|


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CANELA
CAPITULO SIETE

- VIDA -


Me siento agotada. Mis fuerzas fueron extirpadas de mi cuerpo. Un ave desplumada. Pase por una coladera, y no, lo peor de todo no es que me sienta usada como rata de laboratorio, creo que esto ha de sentir la carne soleada. Mutilada por navajas sin filo para sentir cada corte,  cada minuto el dolor de mi agonía late brevemente para recordarme que hoy ha comenzado el final de mis días Felices. Aunque estos hayan sido pocos. Lo peor de todo es que mi dolor tiene nombre …Alonso Vásquez Piedra.

El hombre que yace entre la línea de ‘estar vivo y sentirse vivo’, a unos pasos de donde estoy se encuentran las paredes que componen su mundo, pero las cosas ahora son menos que nada. El Galeno ha dictado palabras que han hecho de mí, solo una masa, una que no encuentra equilibrio, Dios me ha dejado en la repisa una prueba más. No creo estar preparada para esto. La verdad no creo que nadie esté preparado para afrontar un destino igual.
Me siento presa del miedo, pero no sé cómo expresar mi asombro, mis latidos ahora han podido estar en un ritmo acomodado, recuperándome del asombro. Mis fuerzas me han abandonado. Quiero destinar mi tiempo a salvar, ese algo que creí era distribuido por igual, para todos. Loca Yo, creí tener derecho. Pero me equivoque, el Amor solo llega para algunos, en cambio Yo, llegue tarde a esa repartición de tal gracia, la invitación no llego nunca a mi puerta o se extravió en el mar de lamentos y errores.
Mis manos están cansadas de luchar contra el viento. Ahora yacen como palos secos a punto de ceder, despegarse cual hojas marchitas, secas veo como caen al suelo. Mis ojos no los puedo abrir sin sentir dolor, siempre hay polvo allá afuera, mis piernas y todo mi cuerpo ahora son de Arena, tratan de reanimarme pero me filtro entre los dedos de la gente, mi mente ahora solo está pensando en él, prensando en aquella  ocasión en que vi su sonrisa por última vez, la de Alonso siempre ha sido pura y sublime; sé que me necesita ahora, pero me es imposible conseguir acércame a él, hombres a mi rededor, uno golpea mis mejillas y de un brinco vuelvo a la realidad que choca contra mi espacio. Mis ojos barren mi rededor  y con dificultad entiendo poco a poco lo que ha pasado, y las noticias viajan a cien por hora estrellándose de golpe contra mi cabeza, y encuentro obstáculos que hablan en otro idioma que no es el mío, personas que se han empeñado en ser muros, atrincherándose, las prohibiciones las oigo venir pero no presto atención,  Yo no escucho. Quiero levantarme pero mi cuerpo se hace más pesado en cada intento. Luego de unos minutos Dos hombres uniformados se paran frente a mí y con una voz que rasga mi vestidura dicen –acompáñenos, no se le permite estar aquí, solo a los familiares y en horarios establecidos - quiero el responderles, pero no recuerdo el cómo hablar, pierdo el habla, hasta Yo misma me sorprendo, mi voz es apagada por los jalones, - pero si hasta hace un momento sabia como pronunciar las palabras ¿Qué paso?-  aprisionada entre dos muros, enormes, mis manos quieren moverse, pero no sabrían que hacer ¿Luchar?, si, quiero Luchar, pero no sé cómo. Mi mente estaba en blanco, mi esperanza se había desvanecido mientras a unos metros de la salida, sentía que los dos hombres reconocían a alguien que entraba por la Puerta Principal. El caminar apurado de los dos, poco a poco se desvanecía. Pienso en Él, en Alonso: que si estará bien, que si habrá preguntado por mí, que si podre al fin verlo, ahora, mañana, en el futuro.
No puedo saber de él, mirarlo a los ojos, sentirlo, sucumbir en su aliento, aun así, lo extraño. ¿Así serán las cosas? ¿Eso no es Amor?, que si no lo es, entonces ¿Qué es esto que estoy sintiendo y no me deja respirar, al punto de no poder siquiera exclamar un ‘Yo soy quien Ama a ese Hombre’?
Él allá brincando cada segundo la línea de la vida y la muerte, y Yo aquí, llorándolo. Las lágrimas brotaron, por la gravedad caían por desesperanza. Vi mi vida acabarse, porque sin Amor, sin Amor no somos nada. Me disuelvo y nadie puede el ver mi llanto, ya que mis lágrimas son desde el corazón para dentro. O eso creía, lo que en realidad pasaba era que nadie quería prestarme atención. No encuentro palabras, y solo me dejo guiar por estos hombres de Seguridad del Hospital, escoltándome  a la Salida. ¡Oh Dios!, que si hay un Dios en esta parte del Universo decimé: ¿este será tu juicio? ¿Alonso y Yo no podremos vernos? Que si esta es tu decisión Divina, así ha de pasar ¿no habrá nada más que pueda hacer? me comen las ganas de gritar su Nombre, pero mis fuerzas no las puedo canalizar. Mis ojos me duelen, y mis manos no  ejecutan las órdenes de mi cerebro. Al ver la salida, una luz en terno Azul me da el encuentro. Frente a mí, se encuentra la persona que no creí nunca deberle un Gracias, ni siquiera, en verlo como un ángel sin alas, paseando por las brasas de la Tierra. Es Joel, el hermano de Alonso, ha llegado después de haber sido llamado por el Hospital, este último, haciéndole ver mi visita sin haber sido invitada ¿pero hay invitación para querer ver al hombre que Amas? ¿Para darle esperanza a alguien? ¿la hay? Tuvo que venir a pedido de la Administración, ya que mi insistencia estaba siendo controlada por los hombres de seguridad del Hospital, y la Administración del mismo no quería verse envuelta en escándalos, lo llamaron para preguntarle si había permiso de la Familia para que Yo pueda el visitar a Alonso a estas horas de la Noche. Joel, al ver mi cuerpo sin Alma, con la cara envuelta con una cera de desilusión, Ordeno a los hombres que me tenían sujeta, hagan el favor de dejarme pasar. Y diciendo claramente, que será bajo su responsabilidad mi visita, el ver a Alonso era entonces cosa de poder pasar esa puerta, solo unos pasos, pero mi decisión y determinación colgaron de mi cuerpo, mi cobardía tomaba forma en mi mente. Mis labios se juntaron solo para mordisquear las palabras que sellaron ese encuentro. –Gracias Dios- es cuando la luz se hace más fuerte, a metros de la puerta que me separaba del Hombre que  juro el Esperarme, me vuelvo para poder ver al hombre que ha hecho posible esto, y con una voz cansada le pregunto:
-¿Por qué? ¿Por qué haces lo que haces? Si tú siempre has estado en desacuerdo,  con  mi relación con tu hermano. ¿Por qué?- fue cuando sus labios eran una jaula de verdades, que al sentirse en libertad  las palabras, golpearon aun más, este cuerpo ahora consumido por sedantes.
-Yo quiero a mi hermano, y si eres tú, ese alguien que pueda volverlo a la Vida, no lo pensaría Dos veces, Tú y Yo somos humanos, hubo un tiempo en que no estaba de acuerdo, como tú lo has dicho, pero se trata ahora de la vida de Alonso, se trata de que despierte de ese estado, y si hay alguien en este planeta que pueda hacer algo. Ese alguien estoy completamente seguro, ese alguien eres Tú- no tuve palabras para poder seguir, fue cuando mi mano en un movimiento voluntario sujeto la de Joel, y con la mierda ahora fija en sus ojos, agradecí tal gesto. Mis labios se juntaron para dar el primer beso de la Noche al Hombre que creí poder simpatizarle nunca, y plante un beso en su mejilla –gracias- mi voz tomaba fuerza, mis fuerzas, las sentía volver, la esperanza como llamarada se acrecentaba en mi interior. No sabiendo que me esperaba tras esa puerta. Girar la cerradura, y escuchar el maquinismo hacer su trabajo. El espacio estaba consumido por una atmosfera pesada, la de un Adiós. Olía a tristeza.
Su rostro no tenía la brillantez, y esa sapiencia que emanaba de él, sus manos con las palmas mirando al techo daban la impresión que fueron quemadas por el fuego de la vida, su boca se había ya secado, sus labios habían perdido su dulzura, mis ojos barrían aquel cuerpo que yacía de cara al techo, sin inmutarse que había alguien entrando al ambiente. No sentí estar cerca al hombre que vi hace unos días. No mire el Alma, mi mente se enfocaba en el cuerpo. Una frazada  blanca cubría su cuerpo hasta la altura del pecho, para luego dejar parte de este y la cabeza al descubierto, junto con los hombros y las manos fuera de su abrigo. Me impaciente, cuando los sonidos fueron apagados cuando me vi a mi misma en ese ambiente, hace un rato todos hablaban, ahora solo hablaba una maquina, con un sonido que indicaba con su canción infernal, los latidos de Alonso.
¿Es él Alonso? Mi pregunta fue en silencio, para que mi conciencia entre en razón, es cuando divisé en él, la belleza que creí no ver nunca más, y me di con la sorpresa de que si, era él. Mi bien Amado, ahora se encontraba boca arriba, en una cama y en el centro de un cuarto luchando por vivir.
-mi Amor, ya vine, estoy aquí- pero mis labios no se juntaron para nada, mis ojos solo seguían los cables, las líneas de vida, los ángulos rectos, los círculos, miraba todo menos a él. Me sentí miserable, me guie por mi instinto, y de golpe, fue cuando resulto que no había todavía ingresado al cuarto, la puerta no se había movido de su marco era Yo quien no había dado ningún paso, me había detenido ahí mirando a la gente sin mirarla, imaginando mi encuentro con Alonso, impactada por la escena. Luego caí a cuenta. Cuando de pronto, era mi mano que no podía soltar el sillón en el que estaba ahora sentada, un aire helado ingreso por mi espalda, miedo. Si, sentía miedo, parecía muerto, y que si fuera por la maldita maquina, que confirmaba que seguía con vida. Yo creo que Alonso hubiese esperado que Dios no lo haga sufrir de tal modo.
Sentí como me achicaba en ese instante. Sentí la presión, volver de las brasas de Morfeo, sentí el mareo que no cesaba y me exprimía cual naranjo. El mundo daba vueltas –me asuste- mi cabeza, mi cuerpo, mis manos, mi pecho. Volviendo fue entonces cuando desperté.
- señorita,  le digo que usted está esperando un Hijo–


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