Navidades pasadas
por Armando Q.(Perú)
Escritores Invitados
Recuerdo navidades pasadas con
chocolate calentado a leña, preparado con amor, ingredientes que fueron
escogidos también de, memorias de una Abuela materna, recuerdo esto como si
fuesen imágenes de un pasado cercano; falto de detalles, pero la esencia de cada
recuerdo, radica en un sendero de mi memoria que ha venido a colarse por sobre
otras, recuerdo regalos que han pasado a la historia, una historia viva aún, llegan a mi momentos tristes, pero algunos de alegría, otros en cambio sin
gloria, uno que otro, dejado a su suerte por el enojo de algún hermano envuelto
en envidia, o por un descuido, pasar a ser presa en contra de su voluntad de la
maleta de recuerdos, ahí yace El Hombre Araña sin cabeza, también mi “trompo
mil colores”, que un día decidí que pintarlo con colores vivos, harían de ese juguete
el mas vistoso, aquel lugar, donde las posesiones, con el
transcurrir de los años, pasaron a ser más de una veintena, todavía se
encuentran en la planta mas alta de mi casa, en la maleta de cuero, de interior a cuadros, esperando pasar su condena, olvidados, pero siempre en
cada navidad, cogen hondo, se apoderan de mis líneas, agrandando el deseo de
dejar dicho que no los he olvidado, que los llevo dentro, que pasaron a ser el jardín
de memorias vivas, mucho menos los momentos felices que pase con ellos se han
marchado, no, todavía siguen aquí conmigo, aquellos soldados que fueron
cambiando constantemente, de color, de formas, piezas extraviadas, aquellos carritos que
han sido el comienzo de mi amor para con los fierros, aun están aquí, si,
conmigo, todavía escucho los motores rugir, regalos que aun llevan sus
envolturas con la esencia de quienes me los dieron, siento que si los volviera a ver ahora, en este instante, mis ojos de seguro, cambiarían a ser líquidos, espejos de una alegría
inimaginable, juguetes que han podido pasar a ser un donativo para algún albergue,
pero por ser preciados, fueron a parar a la maleta de
recuerdos. Arrepentido de mi egoísmo, sujeto ahora la idea de volverlos a
retocar, sucumbir ante la belleza de un trompo, darle otra vez los colores que
un día vieron aquellos chamacos de mi infancia, y se arrodillaron ante mis
habilidades para poder controlarlo. Era un Dios, lo recuerdo, o puede que haya
sido, siquiera una eminencia en hacer girar aquel artilugio. Humilde por sobre todas las cosas, cual chavo del ocho, puedo dar pie, que tuve una
infancia fantástica, donde no hubo impedimentos de rellenar aquellas carencias,
con la imaginación, cuando en ausencia de regalos, las cajas de cartón, los
amigos, las travesuras, llenaban aquel amargo vacío. Navidades pasadas, por el
tibio amor de Madre, y aquel susurro de la presencia Paterna, camino por
aquellos peldaños para de nuevo ver aquellos recuerdos, ahora envueltos
en polvo, sujeto al Hombre arana con mis manos, no pudiendo dejar de imaginarme con
ocho años, tarareando la canción de su serie animada.
Feliz Año 2013!