Escritores Invitados
por Armando Q.
el tipo del espejo
Camino por el barrio, y logro ver
a la vecina ya con el peso del tiempo sobre sus hombros, haciendo de su caminar
mas pausado, lánguido, como si en sus tobillos portase pesados grilletes,
camino por la berma que ha sido testigo de mi caminar, ahora mas pausado, el
aroma de los húmedos fícus, la brisa del mar de esta parte del mundo, el aroma
de la yerba todavía húmeda por el riego de los de la Muni a temprana hora, todo
esto me dice cual cántico mañanero que estoy en mi barrio, así lo creo, hasta
ahora lo es, el disfraz que la Jardinera siempre luce por las mañanas, un
conjunto verduzco eléctrico y, a su lado, el coche del heredero con la mamila
en la boca, -ni en el trabajo deja de ser madre- me digo con una sonrisa, sigo
caminando y recibo el saludo de vecinos, algunos eufóricos me dicen –¡¡vecino
buenos días!!- otros mas apagados por la temprana hora, solo limitan sus
saludos a una sonrisa forzada, a estos últimos, los llevo contados con los
dedos de la mano, para cuando me los cruce de nuevo, regalarles un enviciado
–buenas días vecino, no estamos peleados ¿verdad?- mi caminar me lleva por el
camino habitual, las plantas recién podadas y los regalos de algunos perros en
la berma se dejan ver, hay que tener cuidado si no quieres tener suerte con
olores en tu calzado; algunos vecinos, ya han sacado a pasear a sus engreídos
de cuatro patas, otros en cambio la mayoría ya con base cinco, me siguen en
peregrinación a la panadería que se encuentra en la esquina, al verlos de reojo
y ellos verme a mi, cogemos casi en perfecta sincronización el vuelo, así ha de
sentirse en las olimpiadas, nuestro caminar se acelera, queremos los primeros
Chavatas, los mas crujientes, y todos sabemos que solo los primeros
conseguiremos tal bendición en nuestras mesas la mañana de hoy, una señora que
no había visto en mis 30 abriles de vida por mi barrio, es la primera en la
fila, con su cabello desarreglado, aparentaban ser algas encima de su cabeza, y
todavía en pijama, con dientes amarillos, sin maquillaje y con voz ronca pide
cien de los panes que se encuentran en el mostrador, luego de terminar con su
pedido escuchar a las personas en la cola incluyéndome a mi, en un soberano quejido
que es recibido con atención por nuestra vecina la panadera, -no se preocupen
vecinos, estamos preparados esta mañana- la calma reina después de aquel anuncio.
Quise sacarme el clavo y al ver a la señora de pijama salir de la panadería,
quise ver cual era su ruta, y si, estaba en lo cierto era de un barrio
contiguo, al parecer, la panadería había ganado fama en barrios vecinos, y eso
en mas, molestaba a mis vecinos, sobretodo a los mas cochitos. Debe uno
levantarse mas temprano para poder conseguir pan caliente. Saludo con sumo
respeto a mi vecino Turco, vecino de la tercera edad, todavía lo recuerdo atendiendo
su tienda de la esquina, que ahora es administrada por personas sin gracia, ya
sin fuerzas para caminar, a mi vecino se le notan los años con solo verlo como
se esfuerza para llegar al mercado “Modelo El Condor”, aquel viejito era quien
con su señora esposa atendían la tienda de la esquina, tantos recuerdos, tantos
mandados que fueron ordenes divinas de mi sacrosanta Madre, tantas cosas,
tantos momentos que se vienen a mi mente, para seguir siendo combustible que sé
administrar y compartir, estas son mis vivencias que guardo en alguna parte de
mi cabeza calva. Llega con estos, una nostalgia que me enciende el corazon, y
apaga la amargura, el de levantarme tan temprano para solo ir a comprar el pan.
Ahora no esta la señora de los tamales, en cambio encuentras a una joven,
morena, de dientes realmente blancos, de saludo amable, y de voz suave, te
ofrece su mercancía con tamaña experiencia, pido dos para llevar, me entrega mi
vuelto en céntimos, y luego cual trompo carretón que choca contra otro, se me
viene la imagen de la señora de pijama, si, que Dios me recoja confesado, es en
ese instante en que recuerdo quien era en realidad, era la vecina que ahora ya
sin sus prendas primaverales, o sus mascaras, sin labial y pintura en los ojos,
se deja ver, vientos que han traído a una persona diferente, ni pensar que
estoy viendo a aquella mujer que en nuestros tiempos de chiquilladas era
nuestra musa de entonces -¡Wuao!- que cambio, y pensar que adivinábamos con los
muchachos que profesión tenia, o a que se dedicaba, a parte de lucir sus
mejores prendas por el barrio, adivinábamos de que país era, y hasta que acento
era ese, ya que por mas esfuerzo que hacíamos, y contando con nuestra magra
experiencia, no atinábamos, mucho menos el mas valentón de nosotros puedo en
sus sueños mas húmedos hacerse de sus encantos. Lastima, fue una pena verla de
ese modo, fue una lastima que hasta ahora, la ilusión se haya quebrantado, solo
con el pasar del tiempo, una verdadera lastima no haber sido mas aventado por
aquellos años.
Camino de regreso a mi casa, que
queda a dos cuadras exactamente, camino dos cuadras para poder llegar a la panadería
y de regreso, voy por el periódico, si en caso no me encuentro con mi Abuelo en
el camino, el risueño caballero de caminar lento y siempre mirando al piso, de
unos 94 años, si me lo cruzo, lo saludo creyendo que es mi vecino, hago esa
broma cada vez que lo veo a sus anchas, en su segunda soltería, ya que somos
dos gavilanes solteros encontrándose en un mundo de pollitas, -buenos días
vecino- y el sin que pasen algunos segundos, suelta un –buenos días, buenos
días- para luego sonreír, si su memoria no se ha mellado con el tiempo,
reconocer a su nieto. Que diablo soy.
Compro el periódico, camino con
un ojo en el camino y otro en la sección de deportes, las caminatas de este
modo, son algo difíciles y por decir menos, complicada, así que me voy
despacio, tanteando el piso, y pensando en los cotejos del Descentralizado del
día de hoy. Luego veo como salen de sus casas personas que no he llegado a
conocer, gente que no he visto, salir apuradas, unos al trabajo otros a algún
instituto, con cara de apurados, con mucha prisa, personas que no conozco,
personas que no se encuentran en mis recuerdos, y soy salvada por una que me
riega de recuerdos, los que necesitaba, me saluda Martín –Armando, hoy voy a
visitarte, y a retarte en Tekken- ¡ven cuando quieras!, le digo de saludo, nos
abrazamos, para luego cada uno seguir con su caminar, mis pasos los acelero, ya
que me estoy haciendo tarde, pronto mi hermano se levantara y no vera los panes
en la mesa, pronto mi Viejo saldrá para traer primero, alimento para sus otros
35 hijos, pronto mi Madre se levantara con un grito –¡Levántalo a tu hermano,
que tiene que ir a trabajar!- pronto haremos la rutina de todos los días, la agonía
de levantarlo de la cama a mi hermano menor, pronto los ojos de mi Madre, me dirán
nuevamente que no son los de antes, pronto regare mi memoria de recuerdos y
golpeare estas teclas sedientas de ellos, pronto veré de nuevo a ese tipo, a
ese desconocido, despreocupado, sambo y sin pinta de galán colarse de nuevo en
el espejo del baño, creando en mi, una duda –¿tanto tiempo ah pasado?-
Hoy no reconocí al tipo que se
deja ver en el espejo del baño, al que todos saludan y dicen conocer ...hoy me
pegué un susto de aquellos, al ver el peso del tiempo.