Escritores Invitados
por Dreyko
borrachoso (3)
Un amigo de lo ajeno me arrebato
los únicos pesos que tenia para el disfrute de un ultimo pito sin filtro, me
dejaron solo con un zapato, pa’ colmo de males, me dejaron el que tiene una ligera
capa a favor de suela, en la punta un agujero en donde se le ve bailar a mi
dedo mayor, un perro de la calle se hizo mi amigo, -siguen siendo amigos del
hombre- me digo a mi mismo, así sea este el pordiosero, el panadero, el
borrachoso, quiere el can acompañarme en mi viaje, el que comencé sin pedir
permiso, el que no hace daño, el que solo los que andamos en busca de Libertad
podemos realizar. Mi viaje comienza en la berma de la vida, ahí conocí a Lucia,
la niña de ojos cafés, cabello negro y cintura de avispa, pero así como las
otras, no supo acompañarme, se alejo ella sola, o creo fue, por mi olor a perro
muerto, la deje en la esquina con Gonzáles.
Ahí la puedes encontrar, si, ahí, con sus hormonas revueltas, y su pelaje de
acero, con ochenta y pico demás, pero estoy seguro que de mi, ni se acordara.
Un centavo en el piso, lo recojo,
pido un pan, me lo entregan sin papeles ni papeleo, me lo tiran al piso, lo
recojo, me encierra una duda, que si lo beso el diablo a de ser una bendición,
siquiera este, me bendice. Se acuerda de mí, el otro, ni los saludos recibo de
los que lo van a ver. Me encuentro con Pepe
el vivo en la esquina con Alcanfores, tiene un corto de a juego con unos vasitos, me dice que me estaba buscando,
le entrego la mitad de mi pan, -para engañar al hambre- le digo, me entrega un
vaso al tope de un jugo cremoso, sin respirar pa’ dentro, salud hermano, por
los días sin vida, por los sueños rotos, por las lágrimas que han de salir sin
pedir permiso y terminar en el suelo, por todos esos enclenques, que creen que
su vida es andar de aquí para allá sin mirar al suelo. Salud mi hermano por
todos aquellos que no tienen una vida, y se la pasan creyendo que la tienen.
Aquí es donde paramos unos segundos, y miro a mi alrededor, el brindis de Pepe
el vivo atrajo a unos curiosos, le tiran unos pesos al suelo, el no los recoge,
le pregunto por qué no los recoge, el me dice con los ojos clavados en mi, -¡¡estas
loco!!- para luego decir, mis palabras son gratis, yo no les pongo precio, además,
Yo soy el presidente de este País, no recibo sobornos de nadie. Me lo quedo
mirando con la mano en el pecho.
Se nos une Chiroque, un lenguado
de tres pies, saco largo, y unos zapatos de payaso, me dice que ha conseguido
donde quedarnos por esta noche, en la casa que andan desalojando, la cuidaremos
por dos noches, y nos darán nuestros centavos, le digo que no quiero trabajar,
el trabajo es para quienes lo necesitan, nosotros no necesitamos. El me dice:
chimuelo, andas pidiendo un cambio en tu vida, y te traigo la solución, siguen
viviendo a raíz del gobierno, es creo, hora de que pagues. Le digo con pinta de
malozo, -¡que no!-, no voy a trabajar, a este que me lo partan, pago un pito
sin coliza. Y mi compa’ Pepe el vivo, en dos tiempos se lo baja de un sopetón, así
que ya sabes, esa palabra aquí, no la mencionas, los que trabajan tienen dos
tipos de vida, o bien tienen una vida rutinaria en la que son infelices, y una
vida de frialdad en donde también son infelices, se gastan su tiempo buscando
la felicidad, plata y mas plata y quieren mas, no hay día en que no veas a un
hombre que trabaje que quiera ganar mas de lo que ya tiene, así es como viven
esas gentes, queriendo mas plata sin mirar a quienes pisotean en su camino. Por
ello, Yo no quiero convertirme en uno de esos, Yo solo quiero seguir mi camino.
Un ultimo sorbo y le entrego el vaso vacío a mi compa’ Pepe el vivo, me dirijo
a ver los basureros de la alameda Las Pizzas, me sale caro, me botan los de la
Muni, me entrego sin resistirme, un palazo en la columna o en la cien, y estas
acabado, me tiran al suelo, me cogen de nuevo y se despiden diciéndome – y no
vuelvas piojoso- siempre cariñosos, que si los piojos se pudieran comer, o
siquiera pudiera verlos, tendría suficiente, pero no es así, es por ello que
debo seguir mi camino, las casas de la calle Los Rosales son de gente rica, ahí
nunca tengo pierde, me dirijo con mi caminar despreocupado, ya que tengo todo
el tiempo del mundo, me miran las empleadas, y dicen a mis espaldas – ahí viene
el Borrachoso- no me molesto cuando me dicen tal cosa, mas bien les extiendo
una sonrisa de oreja a oreja, siquiera me lo dicen con un respeto que me he
ganado por estos años, les molesta que urge entre sus bolsas de basura, pero
Soy refinado, nunca dejo un desmadre, siempre Yo, limpio y de buenos modales,
por ello nunca se han quejado por esa parte, me salgo ganando con unas chuletas
que no han sido tocadas, me jode que la gente tire estas piezas, sin saber que
hay muchas bocas que no tienen nada que comer, me molesta cuando las personas
no saben que hay mucha gente que viene padeciendo, y sufren hambrunas. Me
molesta, me llevo las dos chuletas, siempre pienso en Chavelita, cuando los
premios son para mas de dos, la recuerdo, y voy a ver si la encuentro en la
misma esquina de Hidalgo, me le acerco, y le digo –aquí te traigo tu cuota, cuídame
a los chamacos- sus peques tienen mucho que hacer en esta vida, es por ello,
que no puedo dejar que mueran de hambre, tienen que conocer a mucha gente,
conocer muchas cosas, su tío el Borrachoso, les trajo el bocado del día,
Chavelita me mira cual criatura en pleno descuento de sus días, ya sin lágrimas,
ya sin sonrisas, solo puede practicar un gracias que a plena luz del día, puede
ser una bendición. Me dirijo a Plegari y Negreyros, donde los Huachis me
esperan para repartir las cartas, me dejo llevar por las palabras de aliento,
los chilcanos y las bufatas, son mi comida del día, las copitas de corto, me
prendo de un pito que dibuja una mueca en mi boca, los demás, solo ven sus
cartas, solo falta saber quien tiene el Joker.
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