junio 20, 2012

La pequeña Nerea>>Capitulo ocho>>Comprobando Recuerdos [por Texenery de la Cruz] [Escritores Invitados]

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Escritores Invitados
por Texenery de la Cruz


CAPÍTULO OCHO 

COMPROBANDO RECUERDOS

Cuando empecé a recordar quise buscar datos y pistas para comprobar que no era mi mente la que desvariaba. Comencé por buscar fotos para enlabiar mis recuerdos, que edad tenía, si coincidía mi aspecto al que recordaba en las imágenes y fue toda una odisea. Para mi sorpresa descubrí que mi madre me rechazó al nacer y no se dónde estuve los dos primeros años de mi vida. Luego de esa edad estaba con ellos. Una dura noticia porque es una laguna que aún me ronda. Pocas fotos conservaban pero fueron suficientes para confirmar mis sospechas a pesar de que mi madre ni me apoyara ni entendiera ni soltara prenda alguna sobre que ocurría con tanto tabú y silencio en la familia. Con el tiempo conseguí la confesión de dos de mis tías, por un lado una confesaba que también fue una víctima y sus amigas de aquel entonces también por la misma persona y que callaron por miedo y ahora de adultas y él muerto creían innecesario remover. Por otro lado descubrí que mi padre presenció el suicidio de su madre con solo ocho años y quizás de ahí salía su odio hacia mí, pues me parecía bastante a ella. 

La primera historia fue tremenda, fue como la caja de Pandora, muchas primas y primos me confesaron los mismos horrores y las mismas amenazas que llevaron sus silencios durante tantos años. Se reunieron en una sala, dónde el tiempo se paró y heló y me contaron lo que yo también viví y jamás nos volvimos a ver ni a hablar del tema porque la vergüenza que procesamos por dentro evitaba el contacto, era vernos y volver a revivir los duros momentos. En esa sala el corazón se paraba en cada relato, era mi relato, era como si me escuchara a mi misma relatando las cosas, pero a la vez me entristecía que ese callar hiciera que otros pasaran por las mismas circunstancias pudiéndose evitar. Pero entendía el miedo porque me ha acompañado siempre.

Yo tenía mi álbum a medias aún, para contrastar mis recuerdos a la realidad. 

Lo que más me atormentaba era el silencio sepulcral de mi madre, siempre evitaba el tema o me hacía pagar a mí por todo. 

Creo que le aterraba el confesar que quizás ella también pasó por eso. O era la vergüenza por permitir que me pasara a mi o miedo a confesar donde estuve los dos primeros años de mi vida, cosa que para mi era vital y necesario saber. Pero ni el miembro más antiguo sabía nada, todos me recordaban a partir de los dos años de edad.

La segunda historia ponía más tensión al asunto, porque se suicidó mi abuela, descubrí que mi abuelo era un borracho y le pegaba y daba mala vida pero el trasfondo aún tenía mayor delito, también abuso de una de sus hijas y eso hacia menos entendible que mis padres me dejaran al cuidado de semejante gente por llamarles de alguna forma. Saber todo esto me llevo años de intentos y búsquedas que ponían al límite mi paciencia al mismo tiempo que afloraban mis recuerdos de la experiencia, era como vivir en una montaña rusa, con altos y bajos a diario y sin saber a quien pedir ayuda. Yo sola enfrentando un presente y pasado que me asfixiaba por dentro. Por un lado trataba de justificarlos por sus vidas llevadas y por otro más rencor guardaba porque habiendo pasado por algo así fueron peores. 

Mirando hacia atrás, no se como tuve valor de luchar para saber la verdad y aceptar lo ocurrido. Pero era algo que necesitaba para seguir adelante con mi propio trauma. 

Era vital saber de donde venía o como fue mi vida para contrastar con lo que yo recordaba porque a veces el miedo hace que la mente engañe y no se distingue lo real de lo irreal. Pero mis recuerdos eran ciertos tal como los veía venir sucedieron.

En esa época a penas podía dormir, las pesadillas me atormentaban en lo más hondo de mis noches como abrazaderas ardientes. Ahora entiendo por qué es una familia rota y separada que ninguno puede mirarse a la cara, entre el miedo y la vergüenza prefieren callar con sus vidas perfectas sin darse cuenta que está tan rotas como la mía. Por qué ese cartel de padres cuando no lo son. Por eso mi distanciamiento de hace años porque amar cuando no se es amado no tiene buen fin. No amar lo que has dado vida y que por ti daría la vida no tiene sentido. 

Dice el dicho que dios le da hijos a quien no merece. Siempre me preguntaré cómo los padres pueden dañar tanto a sus hijos como los míos, a pesar de quererles siempre seré lo peor para ellos o siempre querrán más de mi, chantajes emocionales, económicos, pero nada de amor o un abrazo. Si no juegas a su estilo no los tienes y preferir prefiero no ser como ellos. 

Cuando era pequeña anhelaba sus abrazos sus atenciones igual que ahora pero de manera diferente. Ahora los busco como padres adultos que se comporten en su lugar pero ni aún así.

Me entristece tanto cuando hay personas que quieren ser padres y no pueden y veo padres que no quieren.

Me jure a mi misma no hablar ni actuar como persona maltratada y su acercamiento me hace sentirme como tal y actuar como tal es dar pasos hacia detrás por un amor no correspondido.

Tantos porqués rondan mis adentros que el pecho aprieta el alma, como no amar lo que has dado vida y da la vida por ti. 

Se me creará complejo de abandono, como siempre, pero hoy es mi sufrir, como padres no aman a sus hijos y los hunden a la menor oportunidad.... 

Sus silencios, sus vacíos, sus desprecios y humillaciones a pesar de ser adultos tratando de arreglar hilos ya rotos que siento que ni la mejor costurera podría cocer. Ser padres es más que un cartel y de amor si se, porque se lo que no es amor. 

Así que daré una oportunidad a ésta Nerea, a mi misma. Probaré sentir y vivir el amor con Armando y el amor a la propia vida y veré lo que sucede, sino nunca sabré si puedo vivir con ser sobreviviente. 

FIN


Habrá segunda parte...


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