octubre 30, 2011

invitado: Texenery de la Cruz - estoy aquí -

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Una vez más, nuestra Amiga Texenery de la Cruz desde España (Islas Canarias), nos regala un texto 'RELATO FANTASMAL', perfecto para los que esperan la Noche de Brujas. 


Amiga Texenery todo un Honor que compartas tu Texto con los seguidores de Papeles Olvidados, y esperando que siempre pases a visitar. Un abrazo desde esta parte del Mundo.



Datos



NOMBRE: TEXENERY DE LA CRUZ (TEXY)



PROFESIÓN: AUX.DE FARMACIA Y SECRETARIA MÉDICA



PAIS: ESPAÑA (ISLAS CANARIAS)


BLOG: http://texy-suspirosdelalma-texy.blogspot.com/

TITULO:                     
Estoy Aquí 

De repente mis ojos pesaban. Era imposible abrirlos. El resto de mis sentidos se desarrollaron para percibir mi infierno. Sentí mi cuerpo atado a aquella fría cama. Escuchaba la conversión, hablaban de la cena que tendrían esa noche, yo no podía despegar ni los labios. Un dolor inmenso en mi vientre me distrajo, sentía la aguja penetrar mi cuerpo una y otra vez. Cocían mientras el dolor me hacía agonizar. Luchaba por desatarme en la oscuridad y frialdad del momento. Mientras seguían su día olvidaban que estaba consciente. El abrir y cerrar de puertas, aquella música que en vez de relajar desquiciaba, esas conversiones ajenas a mi circunstancia, ese olor a formol que entraba por mi nariz para dificultar la respiración. Todo era eterno, terminé rendida ante la impotencia de moverme. De repente un calor inmenso iluminaba mi rostro, sentía tranquilidad pero tenía más ganas de postrarme y decir que estaba allí. El instinto me hacía seguir la luz, nada dolía, la angustia desapareció, fue el último recuerdo de mi vida. Ahora veo muchos pasar por la misma situación en aquel quirófano infernal, que me atrapó hasta poder llevar conmigo al que me hizo esto...


Llegan aterrados y rezan pidiendo despertar. Sus caras se descomponen al cruzar el corredor, como si fueran camino al patíbulo. Miran las luces para divisar el final.

La desnudez de sus cuerpos los hace más indefensos. Tiemblan, ignoran que ponen sus vidas en manos de ese cirujano que vive más pegado a la botella que al bisturí.