helmut soltau pintor |
Este no soy Yo
por Armando Q.
Escritores Invitados
20min para escribir
Este no soy Yo
Este no soy yo, cogiendo un lápiz. Este no soy yo, creyéndome escritor.
Este no soy yo, dejándome llevar por mi voz interior. Este no soy yo,
escupiendo, vociferando, mintiendo, estrangulando a mis amigos y vecinos. Este
no soy yo, prendiendo una vela; este no soy yo, despidiendo las penas. Este no
soy yo, cogiendo el vaso con los dedos, la mano, y dando el primer sorbo de
muchos. Este no soy yo, dejándome llevar por lo que me dictan las brazas de una
relación enfermiza. Este no soy yo, despidiendo al extraño, mintiéndole al
amigo, dándole un beso en la frente a mi Madre. Este no soy yo pretendiendo,
creyendo, subiendo a un ómnibus, y sin saber cual es el trayecto, este no soy
yo, sonriendo.
Miré por el agujero en la pared,
y pude ver un cuerpo desnudo, era Rosa, la que ahora se ponía las medias, y cubría
su piel con un vestido negro. Era viernes de Cubanada.
Mis manos contra la pared, mis
uñas marcaban la pintura púrpura, me intrigaba en aquel entonces medirme con
aquel guardián de sus sueños, me preguntaba porqué ella salía con aquel
bastardo. Me preguntaba cuándo me saldría bello en el pecho, para así agradarle
a Rosa, así con un bosque frondoso por debajo del mentón reclamar los viernes
de Cubanadas,
los sábados de gloria, los domingos de almuerzo en su terraza, los dos
desnudos.
Pero nadie respondía mis
preguntas, mi agonía duraría los siguientes tres años, hasta que por
encomienda, llego a mi vida Dulce.
¡Que mujer! Dios cuando cuido en
crearla, de seguro se sumergió en un catalogo para poder encontrar las medidas
perfectas. Bendita mujer que con sus encantos dejaban a cualquiera enredado en
pensamientos algo calientes. Pero nosotros no somos el del problema. El
problema es ella, que no tiene piedad.
Dulce por aquel entonces era
mayor que yo, pero aparentaba ser de la nueva generación, con su ojos claros,
su piel canela, hermosa combinación, mejorada y alerta a las miradas de
cocodrilos hambrientos. Me le mande a los tres meses que me la presentaron, un sábado
por la noche en la fiesta de promoción, la invite especialmente para poder
lucir aquellos encantos que escaseaba, conformándonos con los gorgojos que por aquel entonces caminaban entre
las aulas de la institución. Pero no paso mucho tiempo para saber de mi error,
Dulce no era de nadie. Mas aun cuando le aflojabas la cuerda, ya que era una
mujer que no podía andar bajo el mando masculino, decidí mejor cortar por lo
sano, me quede en aquel entonces con la mierda revuelta, así que me fui con
Ursula, ella me andaba persiguiendo desde los trece años, pero como he de ser
algo estupido por la carne de sobra, me deje llevar por sus pechitos pequeños,
su cinturita de avispa, y sus labios carnosos, rojos, rosados, ya ni se, la
verdad, eran una llamada al besuqueo te lo digo socio. Así era. Me acuerdo
aquella vez cuando Yusepe, del último año, nos increpo por nuestra manera de
mostrar nuestro cariño. Fue cuando Ursula me confeso que antes de estar
conmigo, la jijuna no me espero nadita, le dio su flor a Yusepe. Tremenda mi
sorpresa cuando me entere de que aquel demonio de antología, me destrono.
Dejando aquellos pétalos con gotas de sangre. Maldita mi suerte, en cuanto a
Ursula, creo que hice bien en dejarla a la semana. Me dije por aquel entonces
que las mujeres eran problemas, que no podíamos estar sin ellas, ni ellas,
dejarnos vivir nuestras vidas sin hacerlas miserables. Me encontré con aquella incógnita,
que se hace un hombre cuando la mala suerte toca a su puerta. Habrá allá afuera
una mujer para cada hombre, me encontrare con aquella flor que haya mantenido
su aroma virgen, sus pétalos blancos, como las sabanas en la mañana, y que sepa
hacer café del bueno. Pero nadie salio a responderme. Nadie me dijo siquiera
que me encontraría por casualidad siquiera el clon, o el puchito de aquella morena que me
vuelva loco, que me sepa amar siquiera por una semana, un año, unos veinte
añitos, no me molestaría en verdad, que venga y me coja desprevenido, no me molestaría.
Pero como siempre, uno debe de esperar, ya que las cosas no siempre son fáciles,
así también es el amor, nos debe primero ver sufrir para después, ser recompensados. Nada, aquí me quedo,
tranquilito, bebiendo de la vida de aquellas macetas en donde se ven florecer rosas
con espinas. No queda de otra papa.
Este no soy Yo, cogiendo el teléfono, extrañando cuando el teléfono sonaba, no cobradores, si no, los verdaderos amigos; este no soy Yo, preguntándole a las paredes porqué es que no hay nadie en este espacio libre; este no soy yo, controlando el minutero, este no soy yo, vociferando frente al espejo, de que porqué sigue quitándome los años. Es el tiempo, es el tiempo me dice la imagen reflejada, sonriendo. ¡Que payaso!