Escritores Invitados
por Luis Bernardo Rodríguez(Uruguay)
Pequeñas creaciones
The taste of metal, disintegrator… M/M
Desde que vio la obra del escultor Christopher Locke, sintió la fascinación de reproducir esas miniaturas.
Había creado, en menos de dos meses, unas treinta y cinco réplicas de las arañas metálicas.
Basándose en las fotografías del artista, intentó reproducir la técnica e implementar innovaciones. Utilizó, además de tijeras y navajas; alfileres, vidrio, escalpelos, alambres de púas y otras materias primas con el mismo patrón: filosas, angulosas y lacerantes.
Su arte copiado era intocable, solo se podía contemplar.
Esta fascinación degeneró en obsesión. Pasaba horas enfrascado en mejorar la estética de los fríos arácnidos.
Sus dedos, daban una impresión desagradable. Siempre estaban vendados. A veces, cuando descubría las vendas, levemente manchadas con el rojo de su sangre, supuraba (es que el óxido de alguno de los materiales logró infectar sus cortes). Su oficio dañaba la más práctica de las herramientas de cualquier creador.
Las pesadillas en las noches, lo mantenían despierto. Aunque su cuerpo llegaba al límite del agotamiento y quedaba rendido en un sueño que, de todas formas, despertaba alterado. Había noches febriles, donde la temperatura corporal llegaba a límites comprometidos, que obligarían a tomar recaudo médico de manera urgente, pero en las mañanas desaparecían.
Algo de las alucinaciones nocturnas, comenzaron a invadir su cotidianidad. Especulaba con procurarle vida a sus tarántulas férreas.
A medio camino ente Geppetto y el Doctor Frankenstein, invocaba en su mente el deseo de ambos
Un par de semanas más tarde, una vecina se quejó del olor nauseabundo que provenía del piso superior. Nadie recordaba, quién residía allí.
Llamaron a la policía y el espectáculo, cuando abrieron la puerta, fue de lo más desagradable.
Encontraron el cadáver del artista totalmente mutilado. Presentaba lesiones penetrantes en las secciones del cuerpo que hallaron dispersas.
La autopsia era contundente con respecto al ensañamiento con que le procuraron la muerte al pobre hombre; diversos instrumentos se aplicaron para este fin. De todas formas, el médico forense adosó la información, que arrojó un estudio de los tejidos, que presentaban un deterioro anterior al ataque. Probablemente, ya padecía algún tipo de infección generalizada que terminaría con el mismo resultado, pero menos cruento.
El caso quedó inconcluso, aunque siguieron las investigaciones del presunto descuartizador.
Por cierto, en la escena del crimen, no se encontraron rastros de las filosas artesanías.