Escritores Invitados
por Armando Q. (Perú)
No hay trago en este bar
No hay trago en este bar. Lo digo
a voz viva, escapándose el aire de mis pulmones, sacos de humo que pronto
llegaran a colapsar. Lo grité, sin que me importe un carajo, quienes se ganen
con mi reclamo. Lo grite fuerte para que todos, los que se encontraban en aquel
antro, me escuchen; desde el más sapo, adormilado, en cada rincón. -¡¿qué, no
hay trago en este antro?!- una mujer, que pretende hacerla de mesera, con el
escote en mi rostro, me dirige la palabra, preguntándome que deseo tomar. Yo,
sin mirarla a los ojos, ya que sus hermosos pechos, me dificultan la visión.
Solo atino a decirle, que quiero una cerveza bien helada. Tan helada que me
ayude a retomar el aliento, tan helada que mi cerebro llegue a colapsar cuando
mi paladar de las señales, disuadidas por el liquido espumoso. Quisiera dejar
de vivir sobre esta mesa, sentado en esta silla, dejando mi herencia, solo los
veinte centavos de propina que llevo en el bolsillo. Pues no tengo mas, ya que
no he podido recibir el dinero que pensé en un principio, era mi plan hacer
dinero, con la venta de un libro, que escribí con estas manos que ahora se
sujetan a la mesa. Leo las palabras que con navaja, o algún accesorio
puntiagudo, fueron escritas en la mesa de madera, en la que ahora la mesera
deja caer unas gotas, del vaso de cerveza. Yo la miro, y puedo reconocer en sus
ojos, de que ella, también tiene una pena que lleva acuestas. De repente ella, también,
tiene la frustración de que no esta en el lugar correcto. Vistiendo el uniforme
que la obligan a vestir para atender a los borrachos, que suelen ser los
clientes menos caballerosos de por aquí. Me inclino a pensar que podemos tener
algo en común. Ella también se siente agobiada por algo, lo puedo leer en sus
ojos pardos. Molesta consigo misma, por haber aceptado el empleo de ser
mesera de este hueco de la carretera Ferroviarios. Donde los hombres han
perdido la razón que los llega a mover, y prefieren olvidar los problemas dejándose
llevar por la barra llena, y las cerveza que suele abundar en este reducido espacio,
que es la única cosa que les devuelve la alegría, esa, que abandono aquellos
cuerpos que han cedido ante la amarga realidad.
Para llegar a este bar, tuve que
darle al Potrillo, el trabajo de traerme, en este momento esta sufriendo un severo
goteo por el radiador, es por ello, que decidí mejor detenerme, y pasar la
noche en algún lugar de por aquí. Fue cuando vi de reojo, prendidas, las luces
del bar, y decidí también, refrescarme; antes, aliste una botella de agua para
luego continuar mi viaje, ya que el radiador ahora es un grifo defectuoso. Y
todos sabemos que el auto, sin agua, no va a ningún lado. Obviando el hecho de
que esta lloviendo a cantaros. Y que el clima no es bueno para brindar por
nada. Me frena a querer tomarme una cerveza, pero que se le hace, nadie puede
contra la relación que el hombre tiene con el trago. Pero yo, nunca tengo
razones suficientes para brindar. Quise venir, cruzar la avenida principal, ya
que me había estacionado en un Grifo, donde pude abastecerme de gas, y es cuando
decidí sentarme en medio de este bar, para brindar. Si, quería hacerlo, porque
en esta ocasión, tengo una razón poderosa.
Obviando el hecho de que las
deudas me han dejado en una posición muy poco productiva. Y que mi mujer hace
dos días, decidió hacer sus maletas y dejarme, llevándose la plata por la venta
de la casa, y llevándose también al perro. No tuvimos hijos, por el mismo
temor, de que estos, puedan sufrir la pena de vernos un día, separados. Una
familia sin los padres, no se le puede llamar una familia. Y luego de haberme
casado con aquella mujer, luego de vivir con ella, y saber en realidad como
era, decidí no tener hijos, porque era obvio que no podíamos mantener un hogar.
Eso ahora es, sin duda uno de mis
menores problemas. Uno se puede enamorar otra vez, mujeres hay por doquier, no
hay escasez por ese lado. Lo único que me dolió es que se haya llevado al
perro. Luego supe que también lo regalo a uno de sus hermanos. Al mayor, el único
pariente con quien me llevaba bien, fui a visitarlo semanas después, lo
recuerdo, a reclamar a mi can. El hermano sin darme muchas explicaciones y sin
quejarse, me lo entrego sin mas ni mas, quedamos en que le diría a mi ex esposa
que el can, se había escapado, sin que supiera que el paradero de este, seria
mi futuro hogar. Pero por lo pronto, el Potrillo era su hogar, era por este
momento, el mejor acompañante que he tenido en un viaje. Fácilmente puedo
pensar que hubiera sido mejor que este haya sido un viaje de placer, y que mi
acompañante sea mi hijo mayor. Pero aun no pierdo las esperanzas de que un día,
también pueda compartir un viaje de ese calibre, con mi hijo de leche, seria
genial. En fin, Bujías, así decidí rebautizar a mi perro, me acompañaba, y me
estaba esperando en el auto. No quería que me viera tomando, y obviando el
hecho que no dejan entrar animales en los bares, decidí mejor, que este me
espere en un lugar seco, ya que la humedad estaba al tope. No lo entiendo,
dicen ser los mejores amigos del hombre, y hay lugares, donde les restringen el
paso. Cosa que creo esta mal, ya que estoy rodeado por diferentes especies de
animales en este antro, unos con barba, otros tomando tequila, otros sirviéndose
vino barato de la misma botella. Otros suelen dejar de lado la cerveza para
seguirla con pisco o con lo que es peor. Whisky. Nunca le tuve confianza al Whisky,
en verdad, me provoca pavor, saber que al día siguiente me quedare sin
estomago, es por ello que mejor solo tomo Cerveza, desde el año1999, desde
aquella fecha en que tuve la desdicha de caer en el trago. Pero no crea el
respetable, que soy un alcohólico, no, mucho menos piense que lo soy, o que lo
estoy negando, no, no crea eso. Solo tomo cuando las cosas no salen como uno
quiere. Solo por eso. Como por ejemplo, hace dos míseros días.
No les conté, perdón, el motivo por el cual, estoy en medio
de esta jaula de animales, tomándome una cerveza. Perdónenme. Ahora voy a
saciar su curiosidad.
Así como me ven, soy un
aficionado a las letras, no de aquellos que son de los que escriben por las
monedas que pueden recoger después de escribir semanas o días enteros. Soy de
los que recién empiezan en el oficio. Luego de unos puntos, y dejado de lado
los negocios, me dieron la oportunidad de publicar un libro. Uno que no pudiera
ser rechazado por la crítica. Uno que gusto cuando lo compartí con conocidos y
parientes lejanos. Cuando entonces, creí que por estas venas, yacía aquel que
pronto haría de este hobby, un muy bien dotado negocio. Pero por más que uno
intente, e intente, debe uno ser terco, persuadir a mucha gente, dejarte llevar
por el sueño puede ser perjudicial. Sin que te des cuenta, ya estas firmando autógrafos
en alguna Librería de quinta, sin que veas ningún centavo de lo que un día
pensaste recibir por escribir tu primer libro. Es así, como de la noche a la
mañana, la Editorial que había puesto mi libro a la venta, se quedo con un
porcentaje demasiado pomposo, indicando vía fax, que dejaran de producir mi
ejemplar, hasta pasado un tiempo. Para luego enterarme que las ganancias que
supuestamente me correspondían. Solo valían, para pagarme un pasaje al interior
del país. Quede consternado. Hable con algunos abogados, pero por ser un
principiante en la comidilla, en el bote de basura, el negocio sucio que se
ventila entre las editoriales. Firme algunos papeles que en mi asombro, no debí
firmar. Dejándome la Editorial sin los derechos que me correspondían. No me convenía,
ni siquiera, contratar abogados. Porque estos, también suelen ser unos chupa sangre.
Esperando al incauto que se acerque a ellos, para otorgarles el salario que los
mantendrá a flote por un tiempo, hasta puede que por meses. No todos los
abogados son malos, hubo uno que pudo ayudarme, uno que sobre todo, no me cobro
de mas, solo sus honorarios. Fue un lector de los pocos que tengo, este ultimo,
leyó mi libro, y se sintió identificado con mi personaje, queriendo librar mi
obra de malas manos. Dejando sin efecto el contrato con la Editorial, y dejando
también de paso que mi obra, no se venda en ninguna otra parte. Mi obra fue
llevada al sótano de las librerías, dejado al abandono en los estantes, y sin
mas. Deje de ser nombrado en los periódicos, pero bueno fuera que aquello
acabase en ese impase, los periódicos publicaron una seria de mentiras, que
acabaron con mi carrera, diciendo que era yo, quien había copiado mi obra de
otros autores, aviándome acusado de ello, fue cuando tuve que gastarme los últimos
centavos ahorrados, para no pasar mis últimos años de vida, en la cárcel. Mi
carrera, sin merecimiento, nunca comenzó. Mi obra no pudo ser leída por la
suficiente gente, para que tenga siquiera vida por algunos años, fue utilizada
de la peor manera, dejando solo ganancias para poder pagar a la gente que quería
meterme preso, por ser un plagiario. Siendo yo, quien tuvo la dicha, de
sentarme, como en esta ocasión, en las misma silla, y dejar mi mente volar por
los rincones menos explorados de mi cabeza, dejarme llevar por el viento de la
creación, dispuesto ha hacer algo genial, para luego cosechar mañana mas tarde,
un público para poder seguir escribiendo. Pero no fue así. He ahí mi desdicha.
Mi imperio que estaba siendo construido en mi cabeza, nunca pudo salir a la
luz. Dejando aquel vaso a medio terminar. Fue cuando decidí que la vida era por
mucho, algo que no merecía. Que Bujía debería pasar sus días, dentro
del potrillo,
ya que hasta que hubiera alguien que se compadezca de aquel perro, lo sacara
del auto y llevado a una casa de retiro. Fuese si no, lo mejor que puede pasar.
Mientras, Yo, debajo de este techo, ahogado en mis penas, viéndole el escote a
una muchacha, que también sufre en silencio, en vez de dejar de lado los
obstáculos, y dedicarse a ganar plata honestamente, en vez de ser vista como una
meretriz. Fue cuando le pregunte en voz baja, solo para ella. Porqué trabajas
aquí, fue cuando ella contesto sin mirarme a los ojos. No he sabido hacer otra
cosa. Fue cuando le dije. Y porque no mejor te quedas en tu casa, y aprendes ha
hacer otra cosa. O creas un nuevo oficio. Ella contesto, porqué ha de
importarle lo que le pase a una completa extraña. Fue cuando le dije sin
remordimiento. Porque aunque tu no lo creas, tu y yo, somos parecidos. Por no
decir, casi iguales. Nos conformamos con lo que nos pasa, con lo que tenemos,
nos conformamos cuando nos dan una palmada en el trasero, pretendiendo hacernos
creer que eso es una caricia, con las míseras propinas que la vida nos da, y ni
que decir, con tener un jefe que nos dice cuando comer, como vestirnos, como
escribir, y cuando hacerlo. Nos conformamos con lo que tenemos, no sabiendo en
realidad que tenemos. Fue cuando me vi a mi mismo en aquel uniforme, con los
mismos zapatos de puntas, y con el mismo escote. Fue cuando todo se aclaro, la
cerveza perdió su efecto, y me alumbro la vena de la creación. Le di un beso a
la mesera que luego se quedo espantada por mi reacción, ella dejo de ser la
mujer no querida, a ser la mas deseada de por allí, en el momento en que un completo
extraño le dio un beso en la boca. Salí corriendo despavorido de aquel lugar, no olvidándome, de dejar los veinte centavos de
propina. Siendo los veinte centavos, que le servirían a la muchacha, para poder
salir adelante, y crear otro negocio, dejar ese trabajo y sumarse a las tantas
microempresas que abundaban, solo teniendo como cabezas, a personas creativas,
que un día, despertaron, o que fueron inyectadas con la verdad. Que solo
nosotros tenemos el poder, de decidir. O que fueron puestas a prueba en un bar,
después de ser besadas.
Sujete a mi can por la cabeza, y
le dije que rentaríamos un cuarto por aquí cerca, este solo me miro, para luego
gemir, no se si por hambre o porque me entendió el mensaje, me lamió la cara,
al creerse abandonado, fue cuando vi el reloj, y si, tenia algo de razón, eran
casi las dos de la mañana, y las calles
estaban casi desiertas. Por no ser, por las pocas mujeres de la noche, que aun
deambulaban por las calles oscuras. Utilice una tarjeta para pagar el cuarto.
Ya que tenia un crédito que me dejo el vender mis libros por peso. Sujete la
llave con mi mano derecha, y con la izquierda la bolsa en donde tenia escondido
a mi perro. Llegue a la puerta del cuarto, deje al can, y volví al auto, para
poder sacar de la maletera, mi mas preciada posesión. Una maquina de escribir
de 1993. La mas fiel, la mejor cuidada, las mejores cosas siempre han pasado
golpeando las teclas de este trasto viejo, pero no miento al decirles que
fueron, las mas alucinantes.
La única mesita que había en la
habitación, se convirtió en el único sitio que podía utilizar. Para crear la
mas magnifica historia jamás creada en la historia. Para hacer lo que ningún
mortal en su sano juicio pudo hacer hasta ahora. Fue cuando la vena creativa
estaba a punto de reventar. Cuando sonó la campana del teléfono, lo desconecte
de un jalón, dejando solo el teléfono en el suelo. Estuve cohibido por unos
segundos, pero luego todo tenia sentido, todo, todo giraba alrededor de aquella
mujer que conocí en el bar, que cuando me vi en sus ojos pardos, llegue a ver
la verdad de las cosas, el cómo podemos cambiar nuestro destino; ya casi sin
comer por unos cuatro días, no deje de escribir, pasado el quinto día. Fue
cuando los dedos me temblaban, el primer borrador estaba listo, sin dejar que
el dolor que sentía en las manos o los dedos, magullara en algo mi alegría. Sin
que el dolor de cabeza, que siempre me aquejaba, me impidiera celebrar. Esta
vez, pensé en el perro que se había acomodado en mis pies, solo paraba para
poder darle de comer, y yo, recoger de la posada uno que otro bocado. Deje de
escribir, pero lo único que hice, fue lo que hago siempre, cuando termino de
hacer lo que me apasiona. Decidí dormir, recuperar fuerza. Ya que siempre he creído,
que cuando despierte, las puertas que no me cedieron el paso. Mañana, con la
mente mas lucida, se abrirán a mi paso.
Por favor, denle de comer al perro,
regreso en unos días.