octubre 09, 2012

desaparezco |por Armando Q.| |Escritores Invitados| |Cartas a mi Madre|



Escritores Invitados

desaparezco 

La carne, es solo un empaque ¿Desilusionado? Dame tiempo. Es fácil sentirse triste en estos días, sobre todo cuando encuentro que el tiempo se roba sus recuerdos, me siento impotente, cada día que pasa un fragmento de su vida en este mundo se va, se aleja cual hoja marchita cae al olvido, sin poder hacer nada, se esconde donde no podrá nunca recuperarlo, así son las cosas, así es la vida. Nos quita todo, nos arrebata todo y, lo peor de todo es que no podemos hacer nada, sería ideal poder envejecer con nuestros recuerdos intactos, no perdiéndolos, pero eso, no es creo, algo que podamos escoger. Todos los días, tengo que ser el loco que grita cada palabra, el que salta sobre ella para hacerle entrega de un  beso soberano que la devuelve de nuevo a mi lado,  primero adivinando mi nombre, luego de unos minutos de haber mencionado a todos los nietos que recuerda, logra encontrar el mío en un rincón que ha podido permanecer intacto, es así que la devuelvo todos los días a este tiempo, a este espacio que compartimos, creo ser afortunado por todavía tenerla, creo estar en buen camino para poder mantenerla a salvo, todo lo que ha perdido, no podrá ser recuperado, pero sé también que la estoy perdiendo, lo siento muy adentro, que por los poros de su piel se le escapa cada día algo de ella, algo suyo. Es triste, quiero ser valiente endureciéndome viéndola sentada en su sillón, pero me ablando cuando de sus labios pronuncia todavía mi nombre cual amorosas palabras nacieran de sus adentros, todavía pintadas con cálidos susurros que esconden signos descifrados por mi corazón. Encuentro que mientras escribo estas líneas, ella también escribe en su memoria, pero sus recuerdos no los podrá mantener intactos, la lluvia vendrá, el viento traerá consigo humedad, las líneas creadas la noche anterior no serán las mismas, la humedad y el viento son ahora enemigos que no lograré someter. Es por ello que cada mañana al verla, la abrazo, le digo con palabras febriles que todavía es ella mi Abuelacha, que aún bajo esas arrugas puedo reconocerla, ella atina a mandarme las mismas palabras –loquito- ese es creo, mi tierno seudónimo, para poder luego preguntarle cual cuestionario matutino -¿Quién soy Yo?- para luego ella con la sonrisa que se ha vuelto mi felicidad tempranera, decirme –Armandito- me deshago ahí mismo, escondo las lágrimas que quieren entreverse por debajo de mis ojos, aun me recuerda, como la recuerdo a ella, con su caminar apurado, sus manitas arrugadas por la edad y castigadas por el fogón y las actividades hogareñas, sus ojos cansados,  aun la recuerdo con sus vestidos largos y de colores enteros, sus chalequitos monos y sus cabellos aun con el tinte negro que siempre es un regalo de su hija menor, aún lacios, bellos, manteniendo su hermoso semblante, pero añorando que un día dejen ese camino  que los transformara en una melena blanca, lastima, es el tiempo que interrumpe mi monólogo, es el tiempo quien quiere quitármela, es por ello que trato de disfrutarla todo lo que pueda, para mañana más tarde "el Adiós", sea menos doloroso. Y no haya arrepentimientos. Es así como poco a poco, día tras día desaparezco de entre sus recuerdos, sin poder hacer nada, solo he encontrado una forma, de que quede testimonio de mi esfuerzo, y es como consigo que este espacio sea el palacio de nuestros recuerdos.

para mi Abuela.