agosto 20, 2012

ojos de tristeza, visita al PDLL [por Armando Q. (Perú)] [Escritores Invitados]

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Escritores Invitados
por Armando Q.(Perú)
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ojos de tristeza, visita al PDLL


Debería sentirme alegre, pero no puedo contra lo que realmente siento, debería ser un día en donde la alegría se manifieste por doquier, debería sí, pero por mas que intente esconder mis pensares, cuando me siento frente al monitor, me inclino por no mentirme a mi mismo, aquellos ojos que han sabido quedarse en mi memoria, no fueron los de mi sobrina pidiéndome un helado, quise disfrutar, Dios sabe que lo intente, pero los ojos que me miraban, fueron los ojos de un ser viviente, enclaustrado en contra de su voluntad, sumarse a otros en su mismo estado, enjaulados, ser parte de un espectáculo. El espectáculo que el hombre crea para otros hombres, creyéndonos con el derecho de poder hacerlo. Eso es lo que no logro comprender; comprendo que es un día en que estoy acompañado de mi hermano John (mi hermano mayor), mi sobrina, mi cuñadita que se encuentra en espera de mi segundo sobrino o sobrina, el primero, mi hermano, que cordialmente me invita a pasar un Domingo en compañía de su hermosa familia, me advierte de los cambios que ahora puede uno apreciar en el PDLL, y desde luego, me vienen las imágenes de mi primera visita, diapositivas en blanco y negro, cuando todo me parecía fantástico a mis cortos años, que por entonces solo ostentaba pocos abriles, comprendo que es un domingo en donde el clima me es adverso, porque nos cobija un día gris con peligro de llovizna, pero eso no es nada comparado a un día lluvioso, cosa que felizmente no paso, comprendo que debe de ser un día de alegría en el PDLL, pero al ver aquellos ojos, en los que abunda una tristeza envolvente y accidentada por el bullicio que producen los visitantes, me priva de disfrutar de la compañía de mi familia, como tenía planeado en principio.

Su cuerpo camina de un lado a otro como péndulo siguiendo una secuencia que se ahoga en un silencio macabro, se encorva, luce adherido a una rutina que lo lleva de un lado a otro, y los barrotes no ayudan a que controle esa desesperación, de verse privado de su libertad, encontrar la forma de disfrutar de la compañía de mi hermano que después de mucho tiempo, podemos a raíz de lo esclavizante de nuestros trabajos, otorgarnos a manera de premio, un día de merecido descanso en compañía de la familia, me encuentro con una macabra sensación, una que es envuelta en dolor, para luego predecir el maltrato, al ver plumas desalineadas y descoloridas, ojos sin vida, pelaje maltrecho y sin brillo, de colores muertos y sin gracia, me encuentro con tumores que sobresalen a la vista de los visitantes, desde la pereza de un osezno de anteojos a una alegría fruto de la inocencia de un bebe hipopótamo, que todavía no comprende que el limite de sus dominios es de 400 metros cuadrados y, que por más que quiera, no encontrará mas suerte que esa. Me deprimido al ver a un puma, verme en sus ojos, y no poder sentirme de otra manera, que el ser más despreciable, que hace de la vida de este felino y de muchos otros, un espectáculo, para que todos podamos ver la flora y fauna de nuestra tierra. Encuentro en esos ojos que me miran, el reflejo de nuestra gran proeza, al ser dominante; pero a la vez un vacío inmenso que no puedo conllevar, me deprimo al ver que esos ojos llevan una pena, y esa pena se extiende para luego decirme con su sola presencia, que no merece terminar así, enclaustrado detrás de un vidrio, enjaulado, bajo un régimen alimenticio, una celda de puertas metálicas, me encuentro junto al tumulto de gente que sigue la fila, para poder adentrarse a una estructura destinado a lobos marinos, para luego ver como pingüinos de humbolt me inquietan con su caminar, pareciéndose a fantasmas en busca de algo llamado libertad. Me siento pésimo, pero disimulo al escuchar a mi sobrina que con su inocencia me inquieta y me devuelve a la realidad –tío vamos donde los Leones- ya nada es igual al pasado, menos aquel puente colgante, que por esos días de infancia, para mí, era la aventura mas loca y descabellada, ahora solo es una ruta que perdió su sabor. Después de haberlo pensado, meditado por unos días, tomo una decisión, que esta será la última vez que visito el Parque de las Leyendas, prefiero recordarlo, cuando aquel lugar me devolvía a un mundo maravilloso, seguido de imágenes que guardo en mi memoria, cual tesoro.
Me quedo mejor con las borrosas a blanco y negro, con el sol de los ’90, me quedo mejor con mi tiempo, mis momentos, me quedo mejor con los recuerdos que guardo, me quedo mejor con todo ello, antes de verme en un presente que no hace nada mas que entristecerme. Me quedo en el pasado, y si sigues por aquí, llámame si te apetece.

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por Armando Q.(Perú)
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