Escritores Invitados
por Glendalis Lugo
Justicia Inesperada
La noche estaba lluviosa y el pavimento mojado indicaba peligro; Vero, cansada, salía del trabajo, no había dormido mucho esos días porque sufría de constantes pesadillas que la tenían despierta hasta casi llegar el alba. Se le cerraban los ojos; tendría que estacionarse pero decidió seguir y llegar a su casa. Apretaba con fuerza el acelerador no percatándose que una anciana que iba paseando su perro cruzaba la calle; logro esquivarla muy asustada pero perdió el control del auto y choco contra un árbol. Todo se volvió negro ante sus ojos y perdió el conocimiento. Despertó poco después faltándole el aire y de su frente saliendo sangre a borbotones; una densa niebla no la dejaba ver; estaba atrapada. Sintiendo nauseas y vértigo trataba de salir del auto pero sus piernas jamás le respondieron.
En medio de la densa neblina, por el retrovisor del carro creyó ver una figura de mujer que se acercaba; le pareció conocida. Sí, era Raquel, su hermana, pero era imposible, ella había muerto; cerraba los ojos, los abría de nuevo pero ella continuaba allí parada sonriéndole; de repente de la nada se le acerco un hombre armado con un cuchillo y la degolló frente a sus ojos. Desesperada, trato de salir del carro para ayudar a su hermana, pero fue imposible, veía el rostro del asesino, era Héctor su novio: lo llamaba desesperada, pero al parecer él no alcanzo a oírla. Una oscuridad impenetrable cubrió el auto y se desmayó de nuevo.
Felizmente cuando despertó se encontraba en un hospital; unos buenos samaritanos la habían ayudado y se recuperaba del desastroso y confuso accidente. Héctor la acompañaba y ella lo miraba con recelo; lo que ella había visto en el accidente fue un aviso de su hermana, lo comprendió mientras se recuperaba. Raquel había sido violada y degollada en el cuarto de un hotel meses atrás y nunca se encontró al asesino, pero ya sabia la verdad y le haría justicia a su hermana.
Un tiempo después, ya recuperada, llamó a la policía, contándole todo lo ocurrido. Había terminado con Héctor; recordaba la cara angustiada de el pidiéndole perdón y confesándole que había matado a Raquel porque ella lo había amenazado con contarle la verdad sobre la relación clandestina con ella; él desesperado la mató porque no quería perderla. Después de contarle todo, salió huyendo del hospital muy atormentado y ya jamás supo de él vivo. Días después, la policía llamó a su casa; habían encontrado el cuerpo de Héctor ahorcado en la misma habitación en la cual Raquel había muerto.