Escritores Invitados
por Armando Q.(Perú)
unos meses después
- ¡devuélvemelo!- el grito se pierde,
en los labios de Anabel, llegó acallar la sala, los oradores solo veían a una
mujer desprendiéndose de un cuerpo envuelto entre mantos de algodón los
brazos la perseguían, la aprisionaban, arrebatan de su seno a la criatura
imantada de inocencia, las manos la retenían, no contaba con la fuerza de
aquellos hombres, por mas que la adrenalina fluyera a mil, por su venas, no podía
contra los cinco guardias que fueron a su encuentro, Anabel encontró en su
grito un último esfuerzo, un recurso, quería poder hacer algo, hacer justicia
con sus manos, cuatro meses, han pasado, y es cuando su fe se quiebra. El juez estuvo
en todo momento a favor del Padre. Una jugada por debajo de la mesa, aseguraba
todo. La vida de Anabel fue desde entonces: tratar de salir de las telarañas en
que el licor la atrapo, dejar de exponerse en el vientre de las calles extasiadas
de malos ejemplos, malas juntas, su tiempo lo ocupa buscando otro lugar donde
vivir, la calle de Ederson Voge, no es bien vista para nadie. Cuna de
delincuencia por las noches, desenfreno los fines de semana, brillando solo la
tranquilidad, al amanecer. La sentencia se dicto, si desea volver un día sentirse
Madre, si escoge seguir con su vida, y olvidarse que hace unos meses vio nacer
a su hijo, y vuelve a la vida de siempre, es entonces que nada se ha dicho,
todo seria como antes, la misma vida, los mismos amigos de lo ajeno, las mismas
putas en la calle, y ella, caminando con sus medias red, y sus tacones ocho, preguntándose
si la noche será buena. Si desea entonces, volver a ver a su hijo, deberá pasar
a ser parte de la sociedad, y aquel grito desenfrenado no pasara al olvido,
sociedad que un día negó su existencia, al no tener documento de identidad
desde siempre, tendrá sentido la vida, si logra convertir de nuevo ese cuerpo
en uno, que irradie amor, cariño y respeto por aquella criatura que necesita de
ella. Aquel grito que en su momento, congeló la sala, y dejo una duda en los
que estuvieron presentes, se convertiría en el milagro que necesitaba, un
público que crea posible un cambio, para bien del niño.
Anabel, la que nunca conoció a su
madre, puedes pensar que no habrá final feliz en esta historia, duda de aquel
Hombre, que la sedujo, eh hizo lo posible para borrarla del mapa, ahora quiera
llamarse Padre.
Cuesta creer que haya ser humano,
que pueda resistir los insultos, el dolor, la pesadumbre, el odio de otros,
cuesta creer que haya en ella fuerza para seguir, salir a la calle, la nueva
casa, el nuevo barrio, los nuevos vecinos, y mirarlos a los ojos, que sepan que
es otra mujer la que saluda, la que muestra una sonrisa amena, la que no esta
en su mejor momento, pero que hace algunos años, era una Diosa de ébano que se
exhibía en los bares del Jirón Trinidad, cuesta creer, que todo volvería a
estar a su favor, y con el tiempo vendrían las buenas noticias, ya que las
visitas han sido pocas, y las heridas aún no han sanado, después de aquel
intento de suicidio, después de aquel regalo de bocado, después de querer asfixiarlo
con una almohada, cuesta creer que se presente el día en sentirlo como el hijo
que representa para ella. Cuesta saltar de la cama, pensar a volver a comer del
mismo plato, cuando hace poco, quería vender aquel bulto que asomaba por
entre las hebras, para hacerse de un dinero, cuesta creer…. pero todo indica
que hay segundas oportunidades.
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