septiembre 17, 2011

día Tres [palabras y más palabras]

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Día Tres


¿Y qué, si quiero recordarlo como era?


Es extraño realmente como suceden las cosas, al calmarse la marea de la rutina, te das con la sorpresa, de que ahora todo es diferente. Es extraño ver a mis amigos ahora con sus propias familias. Ahora ya no se habla de Mujeres (aunque no lo crean, no siempre hablamos de ustedes, tenemos cosas mas importantes en que pensar, como por ejemplo: ¿Cuándo juega el Barza?) cosa rara, la verdad, ahora preguntamos: por los Hijos, por el Perro, por la Esposa, por la Salud, y a bien gracias, la gran mayoría siempre dice  estar bien. Y yo siempre digo en silencio que ‘la procesión se lleva por dentro’.

Es loco en verdad. Pero así son las cosas ahora.
Con horror, puedo el afirmar, que ya no reconozco mi Barrio. Y serán los días que deberán pasar, para poder adaptarme a el. Que mis amigos ya no son los de hace diez años. Se ve y oye extraño. Caras nuevas, mujeres y hombres, que no conozco. La mayor parte inquilinos que han traído a mis bermas, un aire de desconfianza, ahora no se sabe en verdad quién es quién. Esto de entrar a lidiar con gente que en la vida pensaste conocer, o siquiera pensaste en entablar relación alguna. Es sin duda la CATOMBE. No conozco a las nuevas generaciones. Y lo que es peor. Ya nadie respeta a nadie. Sobre todo los jóvenes chinches, que piensan que por tener mis años, no deben de brindarme respeto. Abrase visto, ¿qué sean creído estos peleles?. Caray!... Y hoy puedo decir también que mi vecino, ya este pasando los cincuenta años de edad, creo que sin querer ofender, puedo el decir que sin equivocarme nombrarlo ‘hijo del Diablo’. No hay otra razón, de explicar porqué siempre termina la gente trenzada una con otra. La oveja negra siempre tiene que joder un sábado de amigos. Hoy casi nos matamos por así decirlo, ya que cuando se juega pelota en esta loza que me vio crecer, es mas que tu orgullo lo que esta en juego. Más que eso. ¿Hay Honor? No lo se señor, señora señorita, joven; la verdad es que no sabemos siempre el perder, buscamos el ganar. Y no puedo decirles mentiras. No me gusta perder. Bueno, eso lo digo porque me cuesta aceptar la derrota. El sabor agrio de esta es lo que me impide continuar. Los años no pasan en vano, mi experiencia ahora se deja ver, solo con verme al espejo, deduzco que no soy el mismo de hace diez años. Solo con mirar a los que ahora integran el Grupo, rostros nuevos y otros comidos por los años, me doy cuenta que el Barrio ahora luce diferente. Ya no se siente como antes. Ahora no es ese barrio donde dictamos cátedra a los que osaban retarnos en nuestro propio campo. Ahora ya no es ese rincón donde te olvidas de los problemas. Ahora es por así decirlo, solo un lugar donde se distingue tu casa. Solo un recuerdo en tu memoria. Hoy debo el decir, que no reconozco a las nuevas caras que han aparecido. Y si por mal que venga. El que no haya respeto a este quien escribe, quien se creó un Nombre en este Barrio Lindo, a punta de destreza con el esférico. Me deja amargura en los labios. Si ha de cambiar algo, creo que debe hacerse ya. Si, porque si no, perderé ese amor por este templo de sapiencia. Ya que la calle me enseño una cosa: que tanto como en tu casa, o como en esta berma, siempre te puede sorprender la muerte, o lo que es peor, te puede sorprender la guerra. Muy a parte de las guerras por dentro. Muy a parte de los tantos caídos. Otros no tienen como, otros solo nos enfrentamos con nuestros temores, salimos de ese encierro, y nos rebelamos con nuestros captores. Pero al final, no puedo si no, caer en la Verdad que manejo al darme cuenta, cuando me imagino esos años que todavía faltan por venir, he de siempre regresar a esta tierra que me vio crecer. He de siempre quererla y recordarla, mar tranquilo donde podías conversar con tus Amistades a tus anchas sin temor, sin que un Taxi se pare, saliendo de este hombres con pistola en mano, pidiéndote un sencillo.
Quiero recordarlo como era antes. Cuando me Sentaba en el gras, mirar las copas de los molles, los ficus crecer, las rejas que ahora rodean la loza, en este mi palco, el techo de mi casa, y rogar a Dios, de que me deje vivir lo suficiente, para ver a mis Hijos algún día, disfrutar lo que yo.

dreyko.