¿Quienes son ellos?, ¿serán,
lo que dicen ser?, no estoy completamente segura, me cuestiono
siempre, cada vez que algo sale mal, alguna mala interpretación, cuando las
cosas no suelen darse de la manera mas sana. Siento miedo, perder a un Amigo,
tengo siempre miedo de no estar a la altura. Las cosas no siempre son como uno
espera, a veces existe la traición, aquello que algunos lo toman a la ligera,
soliendo dañar aquellos lazos que al dañarse, no podrán ser renovados. Las lágrimas
vendrán, y con ellas, mucho dolor.
Lo sé, he pasado por ello, el 5 de diciembre
se cumple un año mas, 16 en total. Dieciséis años que no veo a Elaida, y aun así,
extraño no poder hablar con ella, sentir su aroma en la casa, compañeras de
departamento, siempre se levantaba temprano para salir rauda al trabajo, no sin
antes hacer el café, para yo poder escribir y leer los suplementos en los
diarios que ella, había comprado en la esquina. Era una excelente persona, una
excelente amiga, fue cuando ocurrió lo que paso, y no supimos como tratarnos
después. No sabíamos como, todo paso demasiado rápido, lo nuestro fue solo en
apariencia, no había amistad deduje entonces, éramos tan solo eso, compañeras,
y ella por beneficiarse con el cuarto, decidió esa postura amable, y siempre
lista para ayudar con cualquier quehacer en el espacio. Nunca vi tal reacción
en nadie, nunca entendí porque las cosas pasaron de ser alegría, a ser solo un
golpe en el pecho, aquel corazón dejo de latir, sus ojos se volvieron sangre, y
enrojecieron hasta notar las venas de su frente, aquella maleta estaba sellada,
pero cuando me tope con ella, cuando limpiaba el armario, sucedió, que la
curiosidad pudo mas, no me gusta no saber algo. Es una maldición no saber, es
cuando logro ver lo que había adentro, eran solo cartas, muchas, cartas de
alguien, de un país remoto, de una persona conocida, ese alguien, el que
enviaba las cartas, sabia con exactitud con quien hablaba, tuve que leer, la
curiosidad no podía ser saciada, algunas líneas me dejaron en claro que
Elaida, andaba marcada por un pasado muy fuerte, un peso enorme, había pasado
algo en aquellos años, cuando era hija de una pareja, a la que llamaba padres,
pero el Padre de Elaida era quien la maltrataba, era su Madre quien le escribía,
todos los días, no había un solo día en que su Madre no mandaba una carta para tratar
de convencer a su hija que vuelva a su lado. Pero Elaida prometió no volver
nunca, sabía que si volvía todo cambiaría, tendría que hacerse cargo del
negocio familiar, su libertad se vería limitada, sus planes se verían
frustrados, pues tenía planeado hacer un viaje para conocer el mundo. Entendí
entonces que debía parar, que debía guardar todo, y hacer que no hice tal cosa,
ver las cosas personales de alguien es un acto de mala fe, estaba a punto de
coger las cartas que se habían caído al suelo, pues la maleta andaba ya rebosando,
cuando ella entro a la casa, mi nerviosismo se vino a pie, y encontrándome en
aquella situación, no pude contenerme. Solté la maleta y las
cartas se regaron por el piso, ella entro al ambiente donde estaba Yo, y fue
cuando sus ojos me veían como la persona mas despreciable del mundo. Me vi en
sus ojos verduscos, y sentí como se clavaban en mi pecho, como sus manos se
aferraban a mi brazo para apartarme con una furia endemoniada, al tiempo que
me preguntaba que, -¡¿Qué demonios haces revisando mis cosas?¡- su manos
estaban frías, cual hielo de la nevera, sacudía mi brazo cual palito de cera,
encontrando como zafarme le pedí que se calme, no sabia de aquella maleta, no quería
usurpar su intimidad, quería calmarla, y al mismo tiempo calmarme también, pero
era inútil, ya sus manos habían golpeado mi mejilla, y al mismo tiempo respondí
sin pensarlo, un golpe seco y certero, su brazo quiso nuevamente levantarse
contra mi, pero fue impedida por otro, el mío, es cuando le pedí que se calmara,
pero la bestia andaba suelta, y no podía ser contenida.
Al día siguiente, Elaida, dejaba
el departamento, después de 5 años, conviviendo en una vida de trabajo,
estudio, y familia. Perdí a una amiga, y en aquel entonces, no podía comprender
lo importante de saber pedir Perdón. fue hace poco, que en una conferencia, me encontré
con ella, ella era quien estaba sentada delante de todo ese tumulto de gente, había
para esto, tomado un vaso de agua y cuando dije –por favor comiencen con las preguntas, pero solo del libro- ella alzó la mano, no le hice caso, asentí para
que un hombre calvo tenga la palabra, y me preguntase por uno de los personajes
del libro, el libro trataba de una casa, dos mujeres, una de ellas lesbiana, la
otra no, una de ellas fue quien decidió vivir libre, la otra no. Es cuando de
nuevo pido la siguiente pregunta, Elaida, se para de su asiento sin que le de permiso a hacer
su pregunta, y dice: estoy segura, de conocer a los dos personajes de su Novela
queridísima, pero me estoy muriendo por preguntarle una cosa. Dígame por favor,
digo yo sin inmutarme que la sala se puso en silencio. Me dije entonces, que debía
conocer a la autora de la novela que había tomado por el rabo al lector, pero
el Seudónimo me llamo la atención, cuando entre a esta sala, no sabia a que
atenerme. Pero las horas han pasado, y sin entenderlo, todos estamos de acuerdo
en que la novela tiene su magia. Pero hay algo que quiero preguntar. Dígame
entonces, cual es su pregunta. ¿Cuándo fue, que dejo de creer? No entiendo su
pregunta, le dije yo, pero fue ella quien sin inmutarse de la misma, siguió.
Cuando fue, si, cuando fue que dejo de creer en aquella mujer, pensando que la había
olvidado. El silencio, las manos sujetando cada una, su lápiz Nº2 atentas a mi
respuesta, los ojos pegados a los hoyos de las cámaras, mis manos sudaban,
dejaba el vaso en la mesa, cuando abrí los ojos para encontrarme con los de
Elaida. Ella, es, y seguirá siendo amiga, hermana, y amante. Nunca a dejado de
serlo, nunca, dejara de serlo. La sala después de un segundo de sosiego, se
convirtió en un hipódromo. Mi Editora de aquel entonces, me dijo que terminara
la conferencia, que me fuera para el Hotel reservado para mi visita, y que
descansase, porque mañana era el día de la firma de autógrafos. Una mano sujeto
mi hombro, y al voltear, era ella, la encontré en uno de los pasillos. Elaida,
siempre hermosa, con un aura impresionante. Me invitaba nuevamente al bar de la
Calle Isidro, para poder seguir con la conversación. Los ojos de ella eran los
mismos, pero ahora sin lo rojo sangre, las manos ahora más delicadas, no
tocaban mis mejillas con odio. Tiempo sin verte, si, ha pasado tiempo. Espero
sigas escribiendo, quisiera leer en que estas trabajando. Claro, hablemos de
eso en el bar, tenemos mucho que contarnos. Si, tienes razón, tenemos toda la
noche para ponernos al día.
Y las dos amigas, salieron de
aquel edificio, carcajada tras carcajada, y los reporteros que habían llegado a
aquella conferencia, seguían sin entender que era lo que había pasado, y mucho
menos, que era lo gracioso.