marzo 11, 2013

Historias de una Escritora [por Akina(Perú)] [Escritores Invitados]


¿Quienes son ellos?, ¿serán, lo que dicen ser?, no estoy completamente segura, me cuestiono siempre, cada vez que algo sale mal, alguna mala interpretación, cuando las cosas no suelen darse de la manera mas sana. Siento miedo, perder a un Amigo, tengo siempre miedo de no estar a la altura. Las cosas no siempre son como uno espera, a veces existe la traición, aquello que algunos lo toman a la ligera, soliendo dañar aquellos lazos que al dañarse, no podrán ser renovados. Las lágrimas vendrán, y con ellas, mucho dolor. 

Lo sé, he pasado por ello, el 5 de diciembre se cumple un año mas, 16 en total. Dieciséis años que no veo a Elaida, y aun así, extraño no poder hablar con ella, sentir su aroma en la casa, compañeras de departamento, siempre se levantaba temprano para salir rauda al trabajo, no sin antes hacer el café, para yo poder escribir y leer los suplementos en los diarios que ella, había comprado en la esquina. Era una excelente persona, una excelente amiga, fue cuando ocurrió lo que paso, y no supimos como tratarnos después. No sabíamos como, todo paso demasiado rápido, lo nuestro fue solo en apariencia, no había amistad deduje entonces, éramos tan solo eso, compañeras, y ella por beneficiarse con el cuarto, decidió esa postura amable, y siempre lista para ayudar con cualquier quehacer en el espacio. Nunca vi tal reacción en nadie, nunca entendí porque las cosas pasaron de ser alegría, a ser solo un golpe en el pecho, aquel corazón dejo de latir, sus ojos se volvieron sangre, y enrojecieron hasta notar las venas de su frente, aquella maleta estaba sellada, pero cuando me tope con ella, cuando limpiaba el armario, sucedió, que la curiosidad pudo mas, no me gusta no saber algo. Es una maldición no saber, es cuando logro ver lo que había adentro, eran solo cartas, muchas, cartas de alguien, de un país remoto, de una persona conocida, ese alguien, el que enviaba las cartas, sabia con exactitud con quien hablaba, tuve que leer, la curiosidad no podía ser saciada, algunas líneas me dejaron en claro que Elaida, andaba marcada por un pasado muy fuerte, un peso enorme, había pasado algo en aquellos años, cuando era hija de una pareja, a la que llamaba padres, pero el Padre de Elaida era quien la maltrataba, era su Madre quien le escribía, todos los días, no había un solo día en que su Madre no mandaba una carta para tratar de convencer a su hija que vuelva a su lado. Pero Elaida prometió no volver nunca, sabía que si volvía todo cambiaría, tendría que hacerse cargo del negocio familiar, su libertad se vería limitada, sus planes se verían frustrados, pues tenía planeado hacer un viaje para conocer el mundo. Entendí entonces que debía parar, que debía guardar todo, y hacer que no hice tal cosa, ver las cosas personales de alguien es un acto de mala fe, estaba a punto de coger las cartas que se habían caído al suelo, pues la maleta andaba ya rebosando, cuando ella entro a la casa, mi nerviosismo se vino a pie, y encontrándome en aquella situación, no pude contenerme. Solté la maleta y las cartas se regaron por el piso, ella entro al ambiente donde estaba Yo, y fue cuando sus ojos me veían como la persona mas despreciable del mundo. Me vi en sus ojos verduscos, y sentí como se clavaban en mi pecho, como sus manos se aferraban a mi brazo para apartarme con una furia endemoniada, al tiempo que me preguntaba que, -¡¿Qué demonios haces revisando mis cosas?¡- su manos estaban frías, cual hielo de la nevera, sacudía mi brazo cual palito de cera, encontrando como zafarme le pedí que se calme, no sabia de aquella maleta, no quería usurpar su intimidad, quería calmarla, y al mismo tiempo calmarme también, pero era inútil, ya sus manos habían golpeado mi mejilla, y al mismo tiempo respondí sin pensarlo, un golpe seco y certero, su brazo quiso nuevamente levantarse contra mi, pero fue impedida por otro, el mío, es cuando le pedí que se calmara, pero la bestia andaba suelta, y no podía ser contenida.
Al día siguiente, Elaida, dejaba el departamento, después de 5 años, conviviendo en una vida de trabajo, estudio, y familia. Perdí a una amiga, y en aquel entonces, no podía comprender lo importante de saber pedir Perdón. fue hace poco, que en una conferencia, me encontré con ella, ella era quien estaba sentada delante de todo ese tumulto de gente, había para esto, tomado un vaso de agua y cuando dije –por favor comiencen con las preguntas, pero solo del libro- ella alzó la mano, no le hice caso, asentí para que un hombre calvo tenga la palabra, y me preguntase por uno de los personajes del libro, el libro trataba de una casa, dos mujeres, una de ellas lesbiana, la otra no, una de ellas fue quien decidió vivir libre, la otra no. Es cuando de nuevo pido la siguiente pregunta, Elaida, se para de su asiento sin que le de permiso a hacer su pregunta, y dice: estoy segura, de conocer a los dos personajes de su Novela queridísima, pero me estoy muriendo por preguntarle una cosa. Dígame por favor, digo yo sin inmutarme que la sala se puso en silencio. Me dije entonces, que debía conocer a la autora de la novela que había tomado por el rabo al lector, pero el Seudónimo me llamo la atención, cuando entre a esta sala, no sabia a que atenerme. Pero las horas han pasado, y sin entenderlo, todos estamos de acuerdo en que la novela tiene su magia. Pero hay algo que quiero preguntar. Dígame entonces, cual es su pregunta. ¿Cuándo fue, que dejo de creer? No entiendo su pregunta, le dije yo, pero fue ella quien sin inmutarse de la misma, siguió. Cuando fue, si, cuando fue que dejo de creer en aquella mujer, pensando que la había olvidado. El silencio, las manos sujetando cada una, su lápiz Nº2 atentas a mi respuesta, los ojos pegados a los hoyos de las cámaras, mis manos sudaban, dejaba el vaso en la mesa, cuando abrí los ojos para encontrarme con los de Elaida. Ella, es, y seguirá siendo amiga, hermana, y amante. Nunca a dejado de serlo, nunca, dejara de serlo. La sala después de un segundo de sosiego, se convirtió en un hipódromo. Mi Editora de aquel entonces, me dijo que terminara la conferencia, que me fuera para el Hotel reservado para mi visita, y que descansase, porque mañana era el día de la firma de autógrafos. Una mano sujeto mi hombro, y al voltear, era ella, la encontré en uno de los pasillos. Elaida, siempre hermosa, con un aura impresionante. Me invitaba nuevamente al bar de la Calle Isidro, para poder seguir con la conversación. Los ojos de ella eran los mismos, pero ahora sin lo rojo sangre, las manos ahora más delicadas, no tocaban mis mejillas con odio. Tiempo sin verte, si, ha pasado tiempo. Espero sigas escribiendo, quisiera leer en que estas trabajando. Claro, hablemos de eso en el bar, tenemos mucho que contarnos. Si, tienes razón, tenemos toda la noche para ponernos al día.
Y las dos amigas, salieron de aquel edificio, carcajada tras carcajada, y los reporteros que habían llegado a aquella conferencia, seguían sin entender que era lo que había pasado, y mucho menos, que era lo gracioso.