Escritores Invitados
por Armando Q.
Perú
ADM/ADM
20min para escribir
Borrachoso 4k
Que quede escrito que no fui yo
quien quiso llevarse el primer vaso a la boca, en primer lugar. Fui obligado
por el stress, por la mierda en la cabeza, por las ganas de quitarme el peso de
las obligaciones. Que quede escrito que no soy quién, para tirar la primera
piedra, pero todo apunta, que la resaca llegara después. Así que aprovecho para
descargar contra todo y todos. Me interesa mas, perderme entre mis venas ahora
ahogadas en recuerdos, pudriéndose por dentro, entre el liquido grueso y
pegajoso. Encuentro más satisfactoria la ventana de los ojos que ahora miran mi
interior, y que me acompaña en esta noche. Encuentro ahora tentadora la forma
en que me mira, y deja de hacerlo para llevarse la copa a la boca, aquellos
labios que rozan con destreza el filo del vidrio plateado de la bebida que
ahora nos hace compañía. Luego es cuando nos damos cuenta de los efectos, nos
provoca tocarnos. Comenzando con las manos, despertando curiosidad, apagamos los
celulares, dejamos de tararear las canciones de la rocola, para luego unirnos
en una serie de interrogantes, despertamos en el presente, y no dejamos de ver
el alma del otro. Presto entonces atención, y son solo imágenes creadas por el alucinógeno
que ahora me estoy llevando a la boca. Luego miro a mi alrededor, y si, era
solo mi imaginación, soy el único en la barra de este antro, ahogándome en el
vaso de cerveza que simula las veces de receptor de mis penas.
Que quede escrito que solo este
vaso de cebada pasara por mi garganta, que mas liquido impuro, no se posara entre
mis labios. Que si incumplo esta promesa, creo puede el mundo sentirse
ofendido. -¡Jajajaja!- suelto una carcajada y, el barman me mira asustado,
piensa que me estoy riendo de él, pero no, luego al darse cuenta, que soy uno
mas que cae esta noche, un cliente mas que solo posa su codo en la barra para
poder soportar el peso, y al mismo tiempo las penas se dejan ver detrás mío,
como una sala de cine. Me mira idiotizado, lo miro de reojo, para poder pedirle
otra ronda más. El me hace el mero caso, mi reacción es torpe, pero consigo
acercarme la bebida nuevamente a los labios. Rompí mi promesa de una sola copa
esta noche. Lo siento.
Con dificulta mi sombra me
persigue hasta llegar a la puerta, para luego tomar un taxi. El chofer me
interroga, quiere este saber mi destino. Llévame donde las horas mueren, donde
mi tiempo se ahoga, donde las gotas de agua se cuelan por el techo, y las
sabanas no siempre son blancas, donde el sofá de la sala tiene décadas, y la
silla de acero inoxidable rechina con mi peso cuando escribo en mi maquina
antigua por las heridas. -Lleve a mi casa por favor-. Pone primera, la carcacha
avanza. Me empieza a dar sueño, pero no quiero ser víctima de que me robe el
hombre que ahora tiene las manos al volante, es cuando me doy cuenta de que
llegamos al destino que en mi borrachera dicte al hombre que llevaba las manos
en el volante, pago el taxi, y me dirijo a la puerta, el mecanismo se deja
escuchar es distinto, no me doy cuenta porque. Mis manos frías buscan en la
oscuridad el interruptor para las luces, pero no esta donde siempre lo dejo.
Ingreso a ciegas, y golpeo todo a mi paso, consigo sentarme en un sofá, pero
luego me percato que no es mi sofá de cuero, este es de tela, me sorprendo un
tanto, pero sin prestarle mucha importancia, quiere vencerme el sueño, y es
cuando mis ojos medio abiertos me dejan ver una imagen borrosa, se cuela una
imagen incriptada por las lágrimas, es ella. –¿Qué crees que estas haciendo,
entrando en ese estado a mi departamento?-. -¿y cómo es que entraste?, cierto,
todavía tienes la llave- Mi sorpresa no es de las que de un brinco me levante
del sofá, no, debo confesar que una leve sonrisa se dejo ver en mi adormecido
rostro.
Mi sorpresa me lleva a la
interrogante. ¿El alcohol en mi cuerpo me esta haciendo una mala jugada? O es que
es cierto lo que mis ojos me muestran, y me encuentro en el departamento de mi
Ex, con mis manos me froto los ojos, siento la burla de la desairada. Mi
cabeza me da vueltas, pero luego pretendo justificar mi acción y mi atropello,
con las palabras que dejan caer un látigo en el espacio, entre ella y Yo –solo
por esta noche, no tengo a donde ir-. Para luego dejar caer mi cabeza, en el
posa mano del sofá. Me resulta extraño ahora contar lo sucedido. Pero lo que
vino luego me dejo algo intrigado. El silencio se apodero de la sala. Para
luego solo escuchar el sonido de sus pisadas al salir de la sala. Pero la
sorpresa, que no escuche la puerta de su cuarto cerrarse.