El camino que me espera
El camino que veo desde donde
estoy sentado, es angosto. Donde la tranquilidad sopla de norte a sur,
silencioso el espacio, he de ver los obstáculos al caminar, sentirme atraído
por la aventura, pero controlo mi ímpetu al entender lo duro del mismo.
Enciendo un cigarrillo de eucalipto, quiero despegar a las 5pm, descuidar el
resto de actividades, y solo entregarme a la que más me ha llenado, atraído, y
devuelto la mejor de las retribuciones. Verme de nuevo en este plan de hacedor,
me ha llevado a sentir el miedo, acelerar mi corazón cada vez que quiero
cambiar alguna cosa, corregir otra, y así, acallar las voces que escucho en
cada paso, ya que algunas las he reconocido como espinas, otras solo estuvieron
ahí, para brindarme la mejor de las bienvenidas, bendiciones que quiero hoy
agradecer, pero hubo algunas que después de verme en este plan de solo
caminante, dieron noticias, que no lograría el éxito esperado. Fueron ellos
quienes dijeron que nada se podía hacer –quien es consiente de sus limites,
solo puede seguir en el mismo camino, quien siempre quiere mas, escoge siempre
la aventura, y busca los mejores atajos, hace de este, el proyecto de su vida,
y decide nunca mirar atrás- digo entonces, que el camino que veo desde mi
asiento, es angosto, frío, soleado a veces, adentrándome, me espera uno largo,
y sin duda en alguno de sus tramos, pedregoso. Pero confío que la espera no
será en vano, que habrá haya afuera gente que estuvo esperando mi arribo, mi
viaje, mi visita, espero que haya quien tenga tiempo de leer este mensaje hasta
que en sus manos, encuentre el mejor de mis hijos, el libro soñado, las letras
salidas de este corazón ilusionado porque encuentres la respuesta que buscas,
el compañero que anhelas en las horas de lectura, la historia que pedías cada
vez que escogías visitar este blog. Pero si no es así, ante todo, y por que así
me han criado, desde ya, te pido disculpas, por solo ser un estúpido aficionado,
al creerme algo que no, nunca, podré llegar a ser. Al querer que ocupes tu
tiempo en mis líneas, menos en permitirme caminar, soñar, que por más que lo
intente lo que saldrá de este golpeteo solo serán pobres historias que jamás
debieron ser escritas. Hoy escojo caminar de tu mano.