enero 06, 2012

Basta Ya |por Lucho Caro||escritores invitados|

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Escritores Invitados

Texto por Lucho Caro

La historia nos ha enseñado que la mujer ha sido históricamente señalada; sometida, abandonada. Sus derechos conculcados. Incluso se les negó sistemáticamente el derecho a la propiedad; a la educación; a la herencia; al voto; a leer los libros religiosos; se le prohibió que enseñara y que recibiera enseñanza; a que gozara de su sexualidad; al orgasmo; a su seguridad; a tener propiedades a su nombre, a aceptar herencia. Sin embargo, en los últimos años la mujer viene demostrando, en todo el mundo, mucha competencia al ocupar altos cargos públicos.






Aunque últimamente la mujer ha empezado a liberarse por el abandono de los conceptos religiosos y a través de movimientos civiles laicos, antes fue injustamente menospreciada por ese machismo intolerante derivado de un comportamiento común en cualquier sociedad históricamente machista. A pesar de eso el mundo sigue siendo masculino. La mujer aún sigue siendo violentada.






La violencia contra la mujer se produce en todas las clases sociales y por tanto en todos los estamentos económicos, incluso en aquellos de alto nivel cultural. No obstante cuando se extraen datos de denuncias, encontramos principalmente mujeres de clases sociales desfavorecidas. La mujer golpeada no solo es víctima de quien la golpea, sino también de la sociedad y del sistema, y muchas veces de su propio silencio.






Es hora de romper el muro de silencio y hacer que las normas jurídicas se conviertan en una realidad en la vida de las mujeres. Unidos podemos y debemos erradicar este flagelo. Todos nacemos del vientre de una mujer, eso es más que suficiente para derribar tal muro.






Mujeres:


Yo no entiendo por qué la mujer actual tiene una obsesión por ser igual que el hombre, si el hombre, mayormente, es un pobre diablo desorientado. Ella no puede ser igual al hombre cuando puede ser superior a él. Tiene un solo camino para superar en méritos al hombre: ser cada día más mujer.






Yo estoy dispuesto a reconocer la superioridad de la mujer con tal de no admitir su igualdad con los hombres. Ella ha sido creada con una finura exquisita; con una espiritualidad más elevada; con una responsabilidad manifiesta, constante y permanente; con una sensibilidad más acentuada y una enorme capacidad de amar. Si yo fuese una mujer estaría desesperada. La existencia de buenas mujeres excede mucho de los hombres que se las merecen.






Hay sólo tres cosas que yo puedo hacer con una mujer: amarla, sufrir por ella, o convertirla en literatura. Es lo menos que puedo hacer.






Una mujer no debe ser violentada (por ningún motivo) por nadie, ni por su propio silencio. La mujer constituye el pilar fundamental del mundo.






Mi mayor inspiración es una mujer.






Hombres:


Un verdadero hombre es aquel que está lleno de transparencia, que no oculta sus verdaderos sentimientos. Es aquel que abre su corazón sin rechazar la realidad. Un verdadero hombre, es quien camina de frente sin bajar la mirada, es quien acepta su derrota y sabe llorar su dolor. Un verdadero hombre es aquel que admira a una mujer por sus cimientos morales y grandeza interior. Un verdadero hombre actúa con sabiduría y humildad.






Por qué los hombres tenemos la manía histórica, heredada de manera lamentable, de despertarnos todos los días con ganas de entender a las mujeres. Debemos comprender que a las mujeres no debemos tratar de entenderlas, solo debemos amarlas.






25/10/11







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