diciembre 17, 2013

un día cualquiera |20' para escribir| |por Armando Q.| |Escritores Invitados|

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Escritores Invitados
por Armando Q.


un día cualquiera

Por dónde comenzar, por la taza de café tal vez. Por la mañana soleada, el pan fresco, recién salido del horno,por la vecina que atiende la panadería. Por dónde, por la música suave que ahora se escucha por los audífonos. Tal vez, pero no, solo es un día como cualquier otro. Uno con sol en lo alto. La misma gente en el paradero de la vida, el mismo tramo para llegar al hogar, más de lo mismo, no es que he venido a quejarme, no, no piense mal. Solo es un día cualquiera, hasta que decidí escribir, que si: es un día como cualquier otro.

Mi viejo me da el encuentro, él llega del mercado, en sus manos tiene la comida para la aves de corral, y las vitaminas para los Carmelos, el tiempo apremia, pronto mi madre se despertara, esto claro, si mis abuelos ya la hayan despertado de su sueño lejano. Encuentro en su sillón a mi abuela, es cuando me acerco a darle un beso en la frente; el tiempo me dice que no lo he hecho desde hace mucho, pero me equivoco al pensar, que es porque no la quiero,  a mi abuela la quiero, no importando el tiempo, ni mi edad, le hago sus mimos para que vuelva la sonrisa a su rostro. Siendo el único dueño de aquel momento, regalándome el brillar de sus dientes postizos, espejos que hacen de mí, el nieto favorito (esto claro, según Yo).
Me dirijo a dejar mis prendas en el sofá de mi cuarto, luego pongo un poco de agua a que hierva mientras voy por un monto de pan a la panadería, tiempo suficiente, para encontrar ya el agua caliente. Mi viejo me encarga los tamalitos al vuelo, mi vieja me dice que no me olvide los que destinaremos para el lonche, mis manos ya están girando el mecanismo de la puerta para poder caminar a mi destino. La antigua panadería de la esquina, la única del barrio que todavía está en pie, por sus vecinos fieles.

Pido los panes de costumbre, mis pasos me llevan a comprar el diario del día, uno para mi madre, otro para mi abuelo, lecturas distintas, pero compartidas. El sueño me vence, pero no puedo dejar de seguir caminando, hasta llegar nuevamente a mi destino, se escucha nuevamente el mecanismo de la puerta de metal, entro como un rayo, ya escucho desde la puerta el chillido de la tetera, los ojos suavemente se entre cierran,a mi viejo lo veo ya con el palo de madera y la sartén, haciendo los huevos al vuelo. Mi madre se dispone a servir el café, mi hermano no se encuentra porque tuvo un compromiso que atender. Es por ello que solo somos mis padres, mis abuelos y Yo.

La mesa servida, mi abuela, mi padre, despreocupados comienzan con la degustación, mi madre se toma su tiempo.En cambio Yo, de fresa voy por los tamalitos con su salsa criolla. No pierdo tiempo, mientras más tiempo se deje enfriar, menor es el sabor.

Luego comienza las platicas en la mesa, mi abuelo en esta ocasión, desayuna en su cuarto. En vista que por razones de su edad, le es algo difícil caminar. Se entiende, solo en ocasiones especiales se le ve alegre, por muchas cosas, siempre nos deja saber que está bien, cuando por arte del jolgorio diario, una broma es bien recibida por una carcajada del hombre canoso y sin pensarlo deja ver su dentadura postiza. Nuevos dientes que un Galeno supo buscarle sitio en aquella picante boca. Terco al mango. Como todo Cajan.


Después del desayuno, llega el sueño con más fuerza, a punto de vencerme, pero tengo todavía otra cosa más que hacer, antes que me entregue a los eternos brazos de Morfeo. Escribir. Si,escribir, ya que no puede pasar un día sin hacerlo, ya sea porque me apetece, o porque me entrega una satisfacción, un libre comercio de mis emociones en las hojas blancas que hoy se atreven a bailar a mí alrededor.

Lástima que esto que cuento hoy,no es de hoy, no es de hace unos días, lástima que esto que cuento hoy, no ha pasado en tiempo, que no tiene como pasar, ya que todos se aferran a sus mundos,en sus problemas, en sus agendas, haciendo lo posible, para aparentar ser una familia. Lástima que el tiempo ha creado abismos gigantescos los cuales, no llegamos a cruzar sin antes pensar en el peligro. Lástima que ha pasado un año más,y heme aquí, pensando en que seguimos siendo las mismas personas, pero nos hemos alejado, nos volvimos adictos a nuestros tiempos, adictos a las formulas,al tiempo fuera del núcleo familiar. Lástima, que lo que cuento en esta ocasión no es lo que pasa hoy en una familia la cual, para la foto, se ve feliz.

Por ello, tomarse un tiempo, para poder llenar ese abismo que ahora separa sus vidas de los demás. Llenarlo de amor, de cariño, de respeto, llenarlo, para poder luego decir, que la vida, te ha regalado la mejor de las familias, para no dejar nada al azar, ya que uno nunca sabe, lo que puede pasar mañana, y luego darte con la sorpresa que has desperdiciado un tiempo valioso, y no has arreglado las cosas con tu familia.


Felices Fiestas. Pásenla en familia.