La escoba no encuentra manos que la mesa, la tierra muerta se acumula, el recogedor desde ahora... solo recoge recuerdos en cada rincón.
Compañerito
Hoy
por la mañana me llama un compañero de trabajo, ya me lo había encontrado en el
paradero un día antes, era para confirmarme la noticia que le habían dado a él,
pero era para no creer. Así fue cómo me entere lo de Prospero.
Prospero
siempre llegaba a la Unidad a las 11am, saludaba, y preguntaba por nuestras
familias, llegaba, o bien con su queso entre las manos o el periódico y compartía
con todos su alegría provinciana y aquella forma de hablar, solo suya, hacia
con su sola presencia que el ambiente cambiase, pero la mayoría de veces solo
con su saludo diario –como estas compañerito Quiroz-. Recuerdo que en una de
nuestras conversaciones me conto de sus Hijos, tenía tres cachorros de rebosante energía, traviesos al mango, le
dije que Yo todavía no tenia descendencia, -me pasas la voz, para presentarte
una prima, que anda pidiendo quien la monte- Yo me reía y le decía –tengo tu
número cholo-. Su llegada a la Unidad tenía un propósito, Prospero se encargaba
de la limpieza y el mantenimiento de los diferentes ambientes del complejo, sacudía,
barría, sacudía, trapeaba, esa faena sin pensarlo o siquiera imaginarlo hacia
meya en su salud, ya que después del trabajo debía ir al mercado en Sapallal
para ayudar a la madre de sus hijos en el negocio familiar – mi ñori vende olluquito
en un puesto en el mercado de Sapallal- me conto, de vez en cuando una charla
para respirar y tomar aire en el patio de celdas. Una gaseosa para que no quede
ese sabor a arena muerta, o si tenía yo, compartir con él un pan con torreja, tomábamos
a veces la gaseosa heladita, como le gusta, ya que por aquellos días, el verano
mataba a todos. El patio reventaba a 29 grados centígrados, y no me hubiese sorprendido
que en un descuido encontrara al Cholo derretido en alguno de los ambientes.
Callado a veces, cuando tenía problemas en casa, aun así siempre saludaba como
el sabia hacerlo –buenas compañerito- , no podía hacer mas, ya que quería siempre
ganarse a la gente, y estar enterado de lo que pasa con la Empresa que nos daba
de comer. Hubo un día en que al momento de salir lo detuve en la puerta para revisarle
sus pertenencias –las sospechas eran ciertas- le dije con una calma que me nace
siempre en estos casos, y mas cuando es un compañero - ¿crees Prospero, se
sincero… que vale la pena perder el trabajo por sustraer cosas de la unidad? Te
cambio la pregunta ¿de quién si no de ti, tus hijos siguen ejemplo de hombre?-
los ojos de Prospero miraban el suelo, y después dijo – deme paisita una
oportunidad, prometo no olvidar sus palabras – y no fueron olvidadas, hasta que
paso lo que paso.
Mi
compañero de trabajo me llamo para darme la mala noticia que el TBC acabo con
mi compañerito Prospero, perdiendo la batalla el 4 de Marzo del presente.
Ahora
es cuando el tiempo que pasamos juntos, crean recuerdos que golpean, y este espacio lo revive a cada instante, es cuando veo que la vida es solo un chispaso, ya que solo
caminamos a ciegas, y somos solo inquilinos en este suelo.