mayo 19, 2012

Compañerito |por Armando Q. en Memoria a quien en vida fue Prospero Hurtado Montalvo|

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La escoba no encuentra manos que la mesa, la tierra muerta se acumula, el recogedor desde ahora... solo recoge recuerdos en cada rincón.

Compañerito

Hoy por la mañana me llama un compañero de trabajo, ya me lo había encontrado en el paradero un día antes, era para confirmarme la noticia que le habían dado a él, pero era para no creer. Así fue cómo me entere lo de Prospero.

Prospero siempre llegaba a la Unidad a las 11am, saludaba, y preguntaba por nuestras familias, llegaba, o bien con su queso entre las manos o el periódico y compartía con todos su alegría provinciana y aquella forma de hablar, solo suya, hacia con su sola presencia que el ambiente cambiase, pero la mayoría de veces solo con su saludo diario –como estas compañerito Quiroz-. Recuerdo que en una de nuestras conversaciones me conto de sus Hijos, tenía tres cachorros  de rebosante energía, traviesos al mango, le dije que Yo todavía no tenia descendencia, -me pasas la voz, para presentarte una prima, que anda pidiendo quien la monte- Yo me reía y le decía –tengo tu número cholo-. Su llegada a la Unidad tenía un propósito, Prospero se encargaba de la limpieza y el mantenimiento de los diferentes ambientes del complejo, sacudía, barría, sacudía, trapeaba, esa faena sin pensarlo o siquiera imaginarlo hacia meya en su salud, ya que después del trabajo debía ir al mercado en Sapallal para ayudar a la madre de sus hijos en el negocio familiar – mi ñori vende olluquito en un puesto en el mercado de Sapallal- me conto, de vez en cuando una charla para respirar y tomar aire en el patio de celdas. Una gaseosa para que no quede ese sabor a arena muerta, o si tenía yo, compartir con él un pan con torreja, tomábamos a veces la gaseosa heladita, como le gusta, ya que por aquellos días, el verano mataba a todos. El patio reventaba a 29 grados centígrados, y no me hubiese sorprendido que en un descuido encontrara al Cholo derretido en alguno de los ambientes. Callado a veces, cuando tenía problemas en casa, aun así siempre saludaba como el sabia hacerlo –buenas compañerito- , no podía hacer mas, ya que quería siempre ganarse a la gente, y estar enterado de lo que pasa con la Empresa que nos daba de comer. Hubo un día en que al momento de salir lo detuve en la puerta para revisarle sus pertenencias –las sospechas eran ciertas- le dije con una calma que me nace siempre en estos casos, y mas cuando es un compañero - ¿crees Prospero, se sincero… que vale la pena perder el trabajo por sustraer cosas de la unidad? Te cambio la pregunta ¿de quién si no de ti, tus hijos siguen ejemplo de hombre?- los ojos de Prospero miraban el suelo, y después dijo – deme paisita una oportunidad, prometo no olvidar sus palabras – y no fueron olvidadas, hasta que paso lo que paso.

Mi compañero de trabajo me llamo para darme la mala noticia que el TBC acabo con mi compañerito Prospero, perdiendo la batalla el 4 de Marzo del presente.

Ahora es cuando el tiempo que pasamos juntos, crean recuerdos que golpean, y este espacio lo revive a cada instante, es cuando veo que la vida es solo un chispaso, ya que solo caminamos a ciegas, y somos solo inquilinos en este suelo.