Imagen de la Próxima Novela On-line de Armando Q., aquí en Papeles Olvidados "ABRIL" |
Escritores Invitados
por Armando Q.(Perú)
tiempo
Hubo un tiempo, en que un Inti era la fortuna que nos alumbraba
para poder abastecer el primus de una sola boca, hubo un tiempo atrás, en que
solo había leña que debíamos recolectar para cocinar nuestros alimentos, para
crear ese calor negado por el clima adverso. Hubo un tiempo en que mis manos
eran pequeñas, y ese tiempo viene a colarse en este día cuando decido hacer las
cosas con mis manos ya grandes, veo a Don Wili
esforzarse por terminar lo que hace mas de 33 años dejo inconcluso,
supervisados, los dos, mi Viejo y Yo, por el Ingeniero. Y es cuando entiendo que no debo dejar pasar el tiempo,
si no, las fuerzas me dejarán, y también dejare inconcluso todo lo ya empezado.
Cuando el suelo debajo de mis
yanquis (elaborados con lengüetas de llanta de auto, que orgullosamente eran
exhibidas en las pasarelas del barrio fino, hechas con ahínco por el mas
longevo de la familia) era arena muerta, y esa misma arena se colaba por los
muchos orificios que tenían mis trapos, cuando el techo que me protegía era
solo un conjunto de losetas ahuecadas por el pasar del tiempo que, anduvieron
primero, cubriendo las cabezas de otros, hubo un tiempo, cuando la puerta
principal a duras penas un marco apolillado lo sujetaba a las paredes
improvisadas, y trancada por la noche con un tronco de eucalipto todavía
lloroso por sus heridas, para que los amigos de lo ajeno tengan siquiera un
obstáculo y parar, si hay suerte, la idea de querer llevarse de mi hogar, los
pocos tesoros que teníamos. Hubo un tiempo en que la vida era tan simple, como
ir de viaje a la tienda de la esquina, y disfrutar de los caramelos de limón o
las lentejitas que tanto me encantaban, las que venían en múltiples colores,
que eran un premio, pero que por mucho que fueran de mi gusto, nunca podía
darme esos justos, si no fuese por la caridad de muchos. Hubo un tiempo en que
las calles eran de caminos angostos, pedregosos, cuando solo polvo respiraban
los niños, cuando el sol salía para indicarnos la hora en que empezaban los
juegos: kiwi, las escondidas, la pichanga en medio de la vía, alucinados todos,
anunciábamos con ilusión el nombre del jugador que se manifestaba con cada
jugada que copiamos de la caja mágica, se metían en nuestra piel, y formaban
parte de nosotros, de los jugadores de aquellos tiempos, los que daban la hora,
los consagrados, hubo un tiempo en que la vida era simple, tanto como salir a
comprar un pan, pero sabiendo que la panadera tenia ya listo la inmensa bolsa
de pan duro, piedras que pronto pasarían a ser endulzadas si la alegre cocinera
de sonrisa cálida, la de mi Madre, transformaba cada pieza en las mejores
tostadas caseras que he probado en mi vida. Hubo un tiempo, en que el tiempo
fue pasando sin saberlo, sin entender que hay días en que recordare estas
imágenes, y me sentiré aun con ganas de hacer las mismas cosas que hice, los
días en que mis manos eran pequeñas, y que ahora sujetan el martillo por el
mango, para intentar terminar lo que Don Wili empezó, dándome cuenta tarde, que
fue el tiempo, quien sorprendió, al pasar demasiado rápido.
Escritores Invitados
|