enero 23, 2012

Jugar a la Radio [por Luis Bernardo Rodríguez][escritores invitados]

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Escritores Invitados
por Luis Bernardo Rodríguez
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Jugar a la Radio
dedicado a Natalia Larrosa





I- 1,2,3 probando..


Siendo niña siempre sintió fascinación cuando se escuchaba en las grabaciones. Hablaba y modulaba su voz para realizar sus improvisadas locuciones comerciales (de productos inventados). Entrevistaba a personalidades que grababa en el pasacasette y lo reproducía; superponiendo sus preguntas a las del entrevistador. Sus amigas preferían otras modalidades de juegos, pero ella siempre optó por la soledad del micrófono.
Los familiares que se detenían a escucharla, intuían que había un interesante potencial para desarrollar. Quizás, aventuraban que ella (desde pequeña) había encontrado, afortunadamente, su vocación. Su vida era un juego, ella adoraba jugar a la radio.



Ahora se encuentra recluida y recuperándose. Ella pensaba contar absolutamente todo, luego de su último programa, que fue en el que estalló su crisis nerviosa. Estaba esperando la entrevista que la pondría de nuevo en contacto con su audiencia. Quería hablar tanto; de sus inicios, como llegó a ocupar el puesto de conductora, cómo lideró durante los últimos dos años la franja horaria (realizando mediciones de audiencia que competían directamente con la televisión), pero tendría tiempo de intercalar esta información. Antes debía encarar las absurdas acusaciones que la desprestigiaban. Sabía que volvería hablar de la tormentosa amenaza que vivió al aire y los motivos que la desencadenaron. Volvería a reproducir el reciente trauma pero intentaría exorcizar este pánico reciente, este miedo absoluto que la mantenía cautiva en la clínica.
Mientras repasaba la idea general de la entrevista que concedería al periódico ( también parte del multimedio que ella pertenecía), aparece el médico para saludarla. La tomó desprevenida, supo que le ofrecía un rostro exaltado y temeroso. Intuye cierto disgusto por parte del profesional ante su reacción (que evidenciaba su estado) de continua alerta ante cualquier amenaza. Esto no la ayudaría a salir de la clínica, por lo tanto, cambió sus facciones por unas más agradables. Charló brevemente con el psiquiatra, mientras él apuntaba en su historial. Se despidió para retirarse, pero ella, no se percató que el médico continuaba observándola fuera del salón.

II- Luz roja encendida, estamos al aire...


En su cabeza repasaba el esquema que dirigiría con el periodista para aclarar en un principio las falsas acusaciones acerca de la última emisión. La crítica, en los días posteriores, fue implacable. La trataban de una pobre imitadora de Orson Wells, simulando una patética versión de La Guerra de los mundos. La defenestraron, tildándola de poco profesional, aludiendo al suceso como un manejo publicitario que hacía de su programa, mintiéndole a la audiencia y jugando peligrosamente con la sensibilidad ajena.
Ante todo, quedaría más claro con sus declaraciones que rectificarían la veracidad de lo ocurrido. Aunque ya se estaba discutiendo en distintos foros el riesgo de exposición y la violencia en el medio y ella servía de ejemplo para abrir estos debates.
Se construyo su nombre a partir de su voz, que era perfecta para la frecuencia modulada. Luego su estilo, encubierto al inicio, fue perdiendo cierto pudor hasta manejar un humor ácido cuando le tocaba tratar la actualidad de las noticias del espectáculo. Utilizaba un sistemático doble sentido en las entrevista . Solía obtener rédito, cuando ponía incómodo a sus entrevistados que siempre terminaba despachando con alguna frase ingeniosa para sacarlos de ese estado de estupor y continuar con una nueva pregunta. El sarcasmo, la exageración y la burla eran herramientas que manejaba con una solidez casi mecánica cuando la luz roja se encendía, que le daban pie para lucirse.
Varios factores provocaron el rápido ascenso en la emisora donde trabajaba, hasta alcanzar su programa propio. Llegado a esta altura, un gran acierto de producción fue utilizar su natural verborrea y ponerla en práctica con las personas comunes. Los llamados al aire con su audiencia eran interesantes de escuchar. Ella siempre manejaba la situación, generalmente, los oyentes eran victima de un amable maltrato radial, en especial cuando el sujeto que se exponía a hablar con ella no rendía en la comunicación. Ella no tenía ningún empacho de cortar la llamada y luego burlarse abiertamente sin piedad y sin derecho a réplica.
Es curioso que siempre las líneas explotaban en el arranque del programa, siempre había una víctima del otro lado del receptor. Esta relación sadomasoquista entre la locutora y la audiencia parecía no agotarse, haciéndose cada vez más popular y ganando en números, que eran desde la radio imposibles de competir con la televisión, y que ella sola, su voz y sus habilidades lo lograban.


El destino tiene preparado bromas y sorpresas para todo el mundo y ella no escaparía a estos designios. Lógicamente, en este azar el grado de violencia suele variar. Ella piensa que afortunadamente salió ilesa (por el momento internada en una clínica privada) pero existió la posibilidad de no alcanzar su presente y explicar ( como lo haría con el entrevistador) su historia.

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