octubre 30, 2010

Los Años nos han Separado |palabras y más palabras|

CompartirEl Mar estaba calmo, cuando llegamos, recuerdo bien, mi Madre me pedía la mano siempre, cuando teníamos que ir de una playa a otra, mi perdida del paso era constante, tenia que seguir a mi Madre que iba delante de mi, pero aquellos aromas, esos miles de colores, aquellos rostros por doquier, me hipnotizaban, no tenia como no distraerme, aquel día fue extraño e inolvidable, debía siempre estar Atento, y no perderla de vista a la Mamá Gallina, nuestra caravana eran mi Madre a la Cabeza dirigiendo la línea, mi Hermano que en esa Época estaba todavía pequeño, no tendría mas de 13, y Yo, que en cambio estaba por los 15, sabia diferenciar entre las avenidas principales, pero Lima aquella Tarde de Octubre, Mes Morado, tenia a mi madre en una misión, algo Entusiasmaba a mi Madre, y a la larga yo no entendía ese entusiasmo, era como ser un turista en tu propia tierra, los agradables aromas te enloquecían, haciendo tu visita distinta, los diferentes rostros y colores te hipnotizaban perdiéndote en ellos, mirando, siempre querer palpar, comiendo siempre lo que te ofrecían, Lima era un jolgorio, es y seguirá siempre, mi Lugar Favorito, Bella, colorida  y hermosa, con un rostro Colonial, y una Historia tras de ella. En cambio en aquella Oportunidad de salida Familiar, mi Madre tenia otros planes, para nosotros, ella se batía con el Diablo que habitaba en nuestra Familia, y quería ella, que nuestra Religión (la cual dije una vez, no fue ni escogida ni consultada de alguna manera con quien escribe, ya que como pueden saber, siendo tan pequeño, y ha esa edad, a la larga tu opinión vale mierda, lo bautizaron a uno, y lo convirtieron en católico con un chapuzón) ella, mi Madre, quería que supiésemos en carne propia, el como era la Procesión de El SEÑOR DE LOS MILAGROS. La verdad, Devoto creo Yo, no soy, mas pensar que puedo decir ahora, que a conveniencia, si, he caído en la serena conveniencia de pedirle algo alguna vez: ‘que mi madre salga bien, de aquella operación’ por ejemplo; he caído, siendo esto, y diciéndolo ahora, no una debilidad, tampoco es un problema para mi decirlo, que si, he vivido siempre bajo el Manto de ser Católico, pero no soy un Devoto, menos una persona la cual, asista continuamente a la Iglesia, mi Manera de Vivir, mi manera de decirlo, mi manera de estar bien conmigo mismo, y el de estar bien con el prójimo, son razones por las que la verdad me he visto en la necesidad de, que mis encuentros con el Señor sean en verdad, cuando amerita el serlo, y cuando allá un fuerte porque, para así, el molestarte Señor. -Ya que puede andar usted Ocupado con sus quehaceres, dada la situación ahora en el Mundo. Mis problemas, suelen ser pequeños granos de arena en tu inmensa gran Playa-.
Pero Vuelvo a mi relato, puede que aquella Vez, el ver a tanta gente, en aquel Mar, mar de personas dirigiéndose al encuentro de aquella Imagen, cambió mi manera de ver las cosas, con respecto a la religión, a la devoción, y al gran aprecio, cariño y respeto que tiene la Reina de esta Casa, para con el Señor.

Dios, tu que estas en el Cielo y escuchas Todo, se que haz de ser siempre Milagroso, se que has de quererme, ya que me regalas día tras día tu bendición, cada vez que cruzo aquella Puerta, y es tu dicha, quien me hace volver sano y salvo al encuentro con los brazos de mi Madre. Dios, no lo merezco. Merezco si, tu brazo caer en mi Hombro, y en algo, ayudar, ayudarte, al dejar sobre mí, aquellos Bultos que has de cargar siempre, podría Yo, el ayudarte con el peso que te propina el tener a miles,, sobre tu Mano. Ayudaría el algo, si te digo, que he cambiado, que no soy el Mismo ser Egoísta que encontraste aquella Tarde de Octubre, en aquel Mar, aquel Mar de gente, que con Bullanga y entre oraciones, tu Nombre fue escuchado por mí, por primera vez, dejaban estas personas de Piel Morada el saber sus Deseos – Sanes aquel Enfermo, Reces por aquel Hombre, Veles por aquella Mujer, Sanes ha aquel Niño, que sufre de una Enfermedad Terminal- Yo, no vengo entonces a pedirte nada, no Señor. Hoy solo paso, a tocar tu Soga, como un simple espectador, un mortal ignorante de tu omnipotencia.

By: Armando Q. C.

Las caras eran por miles, el cielo era Gris, una leve llovizna de rato en rato este cielo dejaba caer, no era un día cualquiera, recubrir que entre la gente, Niños yacían en sillas de ruedas, con mi pocos años de Vida, entendí, que al ver sus rostros
 de tristeza y devoción, están sufriendo por dentro, entendí, que aquellas personas de prolongada edad, venían a agradecer las diferentes muestras de tu grandeza para con ellos. Me situé entre los pliegues de la falda de mi Madre, ya que en si, el tocar su mano, me daba Valor, para seguir el flujo de aquellos cuerpos, de aquella corriente que me llevaba a un destino, aquella Iglesia, la mas grande que había visto mis ojos, estos que los gusanitos han de tragarse algún día que deje este mundo, me sentí adornado por encontrar tu casa Señor, en verdad las palabras son solo golpes a la realidad, dejaría solo mentiras si describiría tu sacrosanto hogar, no tengo la luminosidad esta noche, menos los verbos y adjetivos que manchados por mi ignorancia, para poder llegar a describir lo que sentí aquella Tarde de Octubre. Solo vendría mi prosa ha ser mal usada si me atreviera, a hilvanar palabras y estas oraciones, para poder describir lo que sentí aquella tarde avanzada de Octubre. Viviría entonces hasta el día de Hoy, para poder contarlo en estas pocas líneas.
El que mis sentidos estén tan confabulados para describir aquel Día, pensaría que hacerme bolas seria lo ultimo, diría Yo que fue mágico, perdería tiempo si, dejara una Prosa no merecida por tu grandeza. Es entonces el hacer el esfuerzo por que resulte un espejo para llegar a tocar en algo, la Verdad de mi Experiencia.
El cielo gris, hacia el Día menos alegre, mas llevado a ser tétrico, y aquellos quejidos, aquellos llantos, que en forma de latigazos, quebraban la tranquilidad de las olas, por aquellas gentes, que de vez encunado dejaban en el aire, para ser oídos por mi, fueron lo que marcaron en algo a aquel Muchacho de 15 años, no entendiendo este ultimo ¿porque hay tanto sufrimiento?-, -¿porque esa Enfermedad no tiene cura?-, -¿por aquel niño no puede el caminar?, pararse, el andar delante de todos, y decir Dios me ha curado. En aquella tarde, confieso, rogaba porque se produjese algún Milagro, que dejara en calma tanto dolor, de aquellos que sus gritos y llantos, eran para mí, azotes, golpes, que se daban contra mi inocencia. En ese momento, sentí, que no estaba demás, el de ver a la gente a los ojos, el de no agachar la cabeza, estos, se sentían mal, al ver que entre nosotros (entre los míos), no había heridos, no había dolor, no había mujeres proclamando perdón, no había enfermedades incurables, en mi comarca, no había tales males, éramos, como dije en un comienzo, turistas, para llegar a entender que hay en esta tierra, gente mas necesitada que nosotros, mi Madre, quería que al ver, aquellos rostros llenos de dolor, encontremos en ellos, la gloriosa Diosa Fortuna, que tenemos al estar como estamos, y el de nunca dejar de pensar que en el futuro, la humildad no se pierda de entre nosotros, -¿porque aquella señora no puede el Oír?- oye con el corazón, decían las voces, por tanto, ella tiene el sentido mas afilado, al oír con el corazón, no puedes el mentirle, al ver ella, en tus ventanas, dejas ver tu alma. Sentí escalofríos, apartando la mirada de aquella persona ciega. Mi Alma esta creo Yo, ya ha esa edad corrompida, y sin merecer una audiencia con Dios.
El de -¿porque motivo, aquel hombre que yace crucificado, dejaba en mis tantas interrogantes, y el porque siendo un ser supremo, Rey entre Reyes, dejaba a sus súbditos y fieles, el que sufran todos aquellos dolores?-, que si para él, el hacer un Milagro, es como hacer sonar sus dedos, y con un chasquido, dejar ha vista de todos que el es el Hijo de Dios. Y es Dios, el que manda la salvación. Mis preguntas no fueron contestadas aquella Tarde de cielo Gris, aquel mando de Humedad escogía ya victimas, aquellos cuerpos cubiertos con sus mejores ropas, dejaban ya ver el cansancio en sus rostros, ya el día, encontraba la muerte en la Noche, y fue, cuando mi Madre termino de rezar.
Mi experiencia, no es dichosa, no es ideal, ni ejemplar, ya que mi experiencia, es como cualquier otra, pero en mi inocencia, dejaba ver que mi corazón esta en una encrucijada, que la maldad deambulaba si, por aquellas calles embestidas por llovizna que afloro de pronto, que la maldad pronunciaba quien debía el sufrir, y era Dios, quien dictaba quien debería ser salvado. Nunca he terminado de leer la Biblia, siendo yo, católico, el hecho de que sea un pasar del Tiempo. Me seduce solo, si me dijeran que encontraría en ella, respuestas a mis preguntas, pero como se que ha de haber mas encrucijadas, me enredaría mas en buscar las mismas.
Perturbado, con añoranza, y desconsolado, mi Madre ve en mí, que la visita a la casa del Señor, no fue del todo bienvenida por mí. O en algo, mi rostro no mostraba cambio, al ver el dolor de frente, mas miedo, era lo que recorría mi cuerpo. Es cuando Ella, no hace mas que ver en los alrededores, para divisar entre los miles de ambulantes, alguno, que deje ver su producto a la mano del cliente, siendo una probada antes, una venta segura. Es cuando me encuentro frente a frente con aquel Manjar de los Dioses, un Dulce placentero, que fue identificado por mi, cada vez, que venia el Mes Morado. Un turrón, yacía en mis manos, ser devorado con devoción. Mi madre, sabia que aquello, no duraría mucho, aquella felicidad tenia caducidad, pidió Uno más para llevar, mi Hermano recuerdo, pequeño, y en algo, siempre Miedoso, dejaba siempre ver su sonrisa de vez encunado, no entendía, casi nunca lo que estaba pasando, mi encuentro con aquel Manjar, dicto sentencia, y fue mi veredicto escuchado aquella Tarde avanzada. Ya de noche. Fue cuando partimos. No antes el cenar en otro puesto de ambulante, es cuando por aquellas fechas, fueron unos ANTICUCHOS, los que se ganaron mis aplausos, dejando sonrisas y pedir la yapita, para que sea este una decoración de olores, colores, rostros, gentes, Dios, llovizna, un cielo gris, piezas que el encuentro con el SEÑOR DE LOS MILAGROS, dejaron en mi, en aquellos días de Octubre.

Señor, perdóneme por la demora de mi añoranza por encontrarnos de nuevo. Este Año, como siempre, no podrá ser. Lamento ello. Los Años nos han separado.

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