marzo 22, 2012

Iniciación [por Glendalis Lugo] [Escritores Invitados]

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Escritores Invitados
por Glendalis Lugo



Iniciación

Es una noche silenciosa, sólo se oye el azotar del viento. Pablo observa su víctima; es una chica rubia, alta, de esbeltas caderas, que camina inocentemente en el medio de la noche y la niebla. La sigue muy de cerca, esperando el momento propicio para atacarla. No habría marcha atrás, a él le parecía macabro lo que pensaba hacer, pero o lo hacia o no pertenecería nunca a la fraternidad “Illuminaty ” de la universidad a la que asistía. Y lo deseaba fervientemente.
Ellos le habían pedido que, como rito de iniciación, era necesario que violara a una chica, torturándola además. Y debía fotografiarla durante todo el proceso, en cada momento de dolor.
Ésa era la chica perfecta, y ése era el momento perfecto también. Se acerca sigiloso a ella y la atrapa tapándole la boca con una mano para que no grite, mientras con la otra trata de inmovilizarla. Ella lucha desesperadamente; está aterrada, trata de zafarse en un puro frenesí, pero es inútil, la fuerza del hombre es mucha.

La lleva hasta un pastizal cercano, y con una piedra le golpea sin piedad el rostro. Toma la primera fotografía sin que le tiemble el pulso en absoluto. Ya tiene la primera foto. Es bella —piensa, aunque no puede verla con nitidez porque está oscura la noche—. Sintió que le subía la adrenalina por la aceleración de los latidos de su corazón, y su cuerpo le indicaba cierta lascivia. La víctima iba entrando en un estado de inconsciencia mientras él le desgarraba la ropa; no podía gritar, sólo emitía quejidos de dolor. Él seguía tomando fotografías en cada tramo de la situación; ella sólo veía los flashes de la cámara sin comprender nada de lo que ocurría; logró dar un chillido desesperado cuando el la penetró salvajemente. Ahí se le acabó la consciencia, todo se le volvió negro.

Pablo, satisfecho por el placer conseguido y por el botín fotográfico, arrastró su cuerpo hacia un lago que sabía ubicado cerca, tirándolo a él para que se ahogara. Contempló un rato el cuerpo que se iba hundiendo hasta verlo desaparecer del todo; aún seguía tomando fotos con la mayor frialdad del mundo aun cuando ella ya no podía sentir dolor alguno —como le habían indicado en el encargo—; así, de una forma estéril, como compulsiva.
Abandonó el lugar, huyendo de la escena.

Se dirigió a su casa.
No más llegar, con gran rapidez, posteó en el blog de la fraternidad todas las fotos tomadas, para que ellos pudiesen verlas enseguida y así darle el visto bueno aceptándolo como miembro de la misma.
Sintiéndose muy cansado, se durmió sin ni siquiera quitarse la ropa. Su último pensamiento fue para el día siguiente, como el gran día que le esperaba. No fue tranquilo su sueño, se despertó varias veces por culpa de unos ruidos que llegaban del exterior. No tuvo la voluntad de averiguar qué pasaba; estaba demasiado agotado para levantarse a chequear. Fue al despertar por la mañana, al encontrar a sus padres en la cocina, al ir a tomar su desayuno, cuando se dio cuenta de que algo grave había ocurrido; sus caras de preocupación se lo indicaron. Su hermana Natalie, que vivía con ellos, no había aparecido por la casa desde la tarde anterior; sus padres ya habían avisado a la policía en la madrugada, intentando no armar demasiado ruido para no despertarlo porque no quisieron preocuparlo todavía.

Tremendamente conmocionado, temblando de pánico, salió corriendo hacia su habitación. Tuvo que hacer acopio de gran fuerza emocional para revisar las fotos que había posteado la noche anterior. Confiando aún en un milagro, en que sólo fuese una mala idea suya que se había alojado en su mente por el choque que le había producido la noticia de sus padres, se atrevió a mirar con atención las fotos en sus detalles. No eran nítidas las imágenes, pero el rostro que no había querido mirar al cometer su fechoría era el de su hermana Natalie. Oyó el zumbido desde su ordenador que le indicaba la entrada de un mensaje: había superado la prueba, la Fraternidad lo aceptaba en su seno como un miembro más. Dos días después, el cuerpo de Pablo fue hallado sin vida en el mismo lago que él tiró al de su hermana. Paradójicamente, fue hallado unas horas antes que el de ella. Muy cerca del lugar, la policía encontró una cámara fotográfica.