Dos
amantes a escondidas.
Una
historia de besos, efluvios...
Se
envuelven cuerpos libres,
Penurias
y deleite, inmensas horas.
Aumenta
el gozo de la recitación.
Sin
prisa engarza la tierra deseada.
Baja
del monte, al manantial, para colmar su sed de querer,
las
ganas de iniciar de nuevo.
Mientras
fecunda vuelo, arde en lunas.
Crisol
sedoso que alimenta,
abriendo
las cúspides no escritas.
Fantasía
cósmica, poros escrutados.
Nada
salvo el tiempo se pone en medio.
Lactan
sabia, su placer.
Se
besan. Fusión sensual.
Un
baile que llega a penetrar rincones virginales.
Sabrosos
dolores dejan marcas en su piel,
las
huellas de su paso o del sello del placer que nunca borrará.
Y
abrigados, piel a piel alimentan con sus
flujos el
deseo.
Esa
epidermis que arde y enciende en suspiros para besar su capullo hecho
granada, crecida para sus juegos.
No
es sólo sexo sino deseo, amor lo que sus poros reclaman.
Saciar
la sed despertada, del amante que desea.
Ser
el hondo pistilo en este amor.
Ostra
en flor, albergue de estambre.
Con
ternura descubre los caminos, nuevas rutas.
Pasea,
Eros sucumbe a sus pies.
Tumbada
de éxtasis no se contiene.
Su
amante entrega. Ella florece.