Escritores Invitados
por Armando Q.(Perú)
Nadie sabe / nobody knows
Nadie a encontrado una respuesta, nadie, menciono los cuadros que aun se ven en la sala, las
imágenes muestran a una familia normal, imágenes que solo irradian amor, contagiante,
sincero, pero las imágenes son pedazos de un todo, hoy uno reúne todas y, ya no mandan esa impresión, nada, nadie sabe lo que paso; se notan las sonrisas que fueron regaladas, en
aquellos encuentros con amistades, con otros familiares, todas tienen marcos
elegantes, algunos con lunas dobles. Pero de eso, de aquellos momentos
petrificados, ahora no hay nada. Absolutamente nada. Solo se notan los hilos
que son el pasatiempo del titiritero que ha de mover al grupo, que ahora simula
ser una familia. Que tristeza, un padre que ha cambiado el amor por horas con
la botella, cambiado el amor de hijo por un vaso lleno de una sustancia, que le
produce una felicidad limitada, pero suficiente para poder pasar el día. Un rezagado,
un escombro, un tronco hueco que se ha marchitado con el pasar del tiempo, no
habiendo dado fruto, un arbusto amarillento que espera las lluvias, al sol
para deshacerse de las impurezas, pero que se miente al pensar que este salvara su alma marchita. Ahora solo queda un pánfilo enfermo que ha
sentenciado su vida a solo, pasarla con los amigos que le brindan una amistad
convenida, un cariño por cobrar, una vida vaga y la mísera espera, de que un día
morirá, si no es por el corazón, por las venas obstruidas por tanto egoísmo.
Madre que ha encontrado con el
pasar del tiempo a una amiga inseparable, el vicio, los tragamonedas, ahora no hay pañales que lavar,
menos ropa que planchar, su vida se resume en tres números, siendo ahora sus favoritos: siente, siete, siete. No hay cumpleaños, ni siete velas en el pastel, no hay sietes marcados, ni fechas en el calendario. Son esos números que ahora la alegran, son esos números que le producen la
felicidad alquilada que ahora busca todas las noches, y si no es en las noches,
en las tarde, y si hay racha, no hay descanso, solo una palanca que ahora ha
remplazado la lonchera de los hijos, una maquina que ha remplazado el cariño de
los niños. No se siente más Madre, ya que la responsabilidad, ha caído en una
señora extraña llamada Nana, que por un sueldo calma aquellas bocas hambrientas, las noches de “leer
un cuento”, y las salidas al parque. Aquel sentir, ya no lo encontraras en aquella
mujer que ahora, fuma endiablada, ya que comenzó muy tarde su vicio, luego, la desesperación por la derrota en la ruleta, la encamino a un vacío
profundo, que terminara pronto con su vida. Una niña que ahora se adentrara a
la adolescencia, que no va al colegio, en cambio, se desvía a verse con amigos que también como ella, buscan solo pasar el tiempo. Encontrar la amistad que
ellos le dan, es fácil, el cariño, eso es lo que busca ella, sentirse aceptada,
sentir que hace parte de un grupo, ya que el seno de la familia a perdido
fuerza, quiere ella, saberse protegida. Sin guía, sin ejemplo. Comienza su día inyectándose
las sustancias que aquellos amigos le venden, metiéndose el dedo a la boca,
porque le provoca, y ha visto que muchas de su grupo lo hacen. Ya que con la
figura delgada, puede ella encaminar su profesión, una que ahora ve con buenos
ojos, en vista que deja buena lana. Encontrar que la niña, ahora es mujer, que
ahora le atraen los hombres. Sin una madre que la oriente, sin un padre que la
controle, solo busca que su vida, caiga por un caño, o por el abismo que esta a
punto de cruzar. Los ojos ahora de aquellas personas, se entregan a la muerte,
al odio, al egoísmo, al perder la vida, al perder los sueños, dejándose llevar
por lo que ahora tienen, y no buscan el todo. a pesar que nada cambiara,
siempre hay esperanza.