septiembre 15, 2011

canela (MAMÁ) |Nov. Online||derechos reservados|

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CANELA
  
Capitulo DOS

MAMÁ

Y el cuerpo de la Hoja tiende a engañarme, mostrándome espacio utilizable, una de sus tentadoras estrategias, pero cual niño ilusionado por algo, solo jugaba a ser algo que no era.
Un  ser que pintaba en lienzo blanco, pinceladas en cursiva que hieran la tristeza. Pero nada de eso ocurría. Nada. El deseo se convirtió en temor. El temor se convirtió en un miedo asesino. Y lo helado de mis dedos, daban paso a creer en verdad, que aquello llamado ‘talento’ había abandonado mi cuerpo. Había desaparecido.

Sentado en mi silla,  mirando al monitor, viendo esa Hoja vacía, después de unos veinte minutos de silencio. Era cierto, la Verdad se hacía camino como enredadera con espinas apoderándose de mi sueño. Me sentí mutilado, engañado, cabizbajo, encontré en esa Puerta una Salida a todos esos sentimientos que iban en cascada, pensé, unos días atrás, que era una buena idea. Ser el nuevo Mago de los susurros de almas en vela. Un arquitecto que sin miedo, edificaba las frases más alucinantes, ser dueño de una prosa endiablada, la que hacia caer el velo de las doncellas con solo susurrar mis palabras. Ser escritor, eso perseguía.


Ahora solo el silencio y este sonido que se acrecienta a ser la más desgarradora realidad: solo soy alguien con un Deseo en las Manos.. nada más.

Salí de ese oscuro espacio, ese cuarto, con la intención de verme bajo el sol, pensar que era de nuevo primavera y que los sonidos de aquellas aves que me llamaban a volar con ellas. Aliviarían a este ser estéril. Sabía que algo pasaba, y ese algo era lo que me asustaba.
No me veo Sentado al fin, en un lugar cerca de esa tumba, cripta en la que  con delicadez de artista,  unas letras que juntas se leía mi nombre. Es cuando vino a mí, el comentario de Alejandro Salinas, uno de mis mejores amigos, lo consideraba como tal, a quien por primera vez, contaba con unas ganas enormes mis planes futuros: los de mi viaje, y de renunciar a todo, para cumplir algo que anhelaba. Fueron esas palabras que pronuncio con un toque de azufre, las que me dejaron caer en una pesadilla la cual creo vivir todos los días, es cuando este deseo que logra apagarse cada vez que me ves sentado en aquella silla…

 - y dime ¿de qué viven los escritores? Ya que estoy seguro que volverás, a pedirme dinero para saldar todas tus malditas deudas que ganaras, por seguir dormido despierto. A otros con los sueños- decía eufórico, y su voz me quemaba los oídos  haciendo de mí, el ser más miserable de todos.

Mire de nuevo. Y no pasaba de escribir aquel nombre en cursiva, quedándome en un punto que no podía avanzar, nombre que hasta ahora se cuela en mis Noches, y vive también en mis Días. Ella es Canela, me pregunto qué estará haciendo en este momento, de seguro preguntándose el de porque no la llame, anunciando las razones, por las que no llegue a asistir a nuestro encuentro, es sin duda típico de mi, imagino sus palabras

– otra vez, de lo mismo-

Caí con amargura, y de nuevo la helada me distrajo de la verdad por un mísero segundo. –Qué difícil es esto- me dije, abandonado con los brazos sobre el teclado de aquella maquina. Con dolor en el pecho, insistí minutos después pero nada pasaba. No llegaba ese algo , que los vientos dejan caer cuando les sobra: musas, deseos, violines, historias, personajes.

Luego con desdén, seguí con mi ahorcamiento –maldita la hora en que deje de utilizar celular-. Podría refugiarme en su voz danzante, tan solo escucharla por un segundo, volvería a volar entre letras y palabras, sería un recital, un concierto de Mozart. Estaría sin duda ahora pensando en otra cosa que no sea el de verme en la penosa idea de mandarle un correo, escribiendo el porqué de mi desplante. Pero sería inútil, la conozco tan bien que sería en verdad inútil. Ella no cree en las palabras escritas, tanto es así, que nunca le mande un poema, cuando éramos enamorados. Entonces me pregunto -¿Qué estará haciendo ahora la Musa de mis días?-

Se escucho un murmullo, adivinando no entendiendo al principio, decía la voz algo sobre un Vuelo. Mis ojos pegados por las legañas, un aliento a muerte, sin hacer caso a la voz, dejo caer la laptop, que estaba reposando en mi regazo, me movía con torpeza, al caer al suelo, escucho con claridad que mi corazón me llama a gritar, pero me contengo. Casi despierto, me distraigo con la cara que tengo en mí delante. Y de nuevo la voz, dice algo que asumo que es un aviso. Si, el capitán esta hablando….

-Pasajeros del Vuelo 234, sírvanse  abrochar sus cinturones, que vamos a aterrizar-

Una señorita. Otro Ángel. Dibujaba muecas a centímetros de mi cara. ¿Qué quedar?- me decía -de seguro espera algo. Me samaqueaba, porque estaba sin mi cinturón, y ya era hora de aterrizar. Me di cuenta que quede tronco, después de haber degustado las pastillas que tome por Merienda. Mi espalda me mataba, mis manos me dolían, mi rostro no ayudaba, ya que lo notaba por la expresión de la aeromoza. Divise mi laptop, estaba en el suelo, la señorita la recogió por mí.

-disculpe, señor, por favor, sírvase abrocharse el cinturón, el Capitán, acaba de anunciarlo por altavoz-

-lo siento, lo hago al momento-

Mis manos me dolían ¿qué diablos?, la señorita me quedo viendo cual madre con su hijo, para esperar a que complete la orden dada segundos antes. Me dije entonces, que no debía pensar en otra cosa más que en salir pronto de la pesadilla que era el Volar. En la vida había estado volando tan continuamente, me sentía golpeado por el cambio de clima y la altura, tan solo pensarlo me aterraba, tantas cosas pueden pasar, que no podía echarme a ver como moría la gente, si hubiese pasado lo peor. Por eso, pedí a la señorita que me brinde unas pastillas, para calmar las ansias, que eran olas, venían cada segundo, hasta que me quede completamente dormido.

Estuve así, por unos segundos, pensativo mirando a mi País desde lo alto, tan hermoso, tan espectacular. Cuando de nuevo las noticias se colaban en mi cabeza. – Papá a muerto- ¿un conductor ebrio le había dado muerte?- me pregunte atontado. No recordaba, no lo recordaba a ciencia cierta. La llamada de Mamá, era la más dura que he recibido, tanto dormir me había disuelto el cerebro, y por más que quería no recordaba nada de la conversación con mi Madre, sabia el cómo, pero no lo podía recordar, lo sabía, porque mi Madre me lo dijo, pero después de pronunciar las palabras – tu papa, a fallecido- borre completamente de mi disco duro, todo relacionado a ese suceso. No me había pasado tal cosa, desde lo de Canela, pararme en medio de la nada, solo viéndome en el espejo, a que pasen los días. Estaba ahí, contemplando mi Tierra, y me sentía inseguro. Algo abordaría mi cuerpo, y se sentía más frio que el clima de Lima a principios de Agosto. Si, sentía miedo. Y este miedo disolvía toda valentía, e inundaba cada poro de mi cuerpo. Entumeciendo cada miembro. Mi asiento se hacía tan pequeño, que no controlaba mis impulsos, sumado al miedo de volar. No veía la hora de salir corriendo. Y dejar a tras esta invención del hombre, otra invención que quiere destruir la idea de que – nada puede con el Hombre – ni la idea de no poder volar. Ilusos. Yo no creo en las leyes del Hombre.

Dibujaba la situación que me esperaba, las condolencias, todo aquello que simulaba que en una época éramos una familia, pero a todo esto, quería siempre ver primero a mi Madre, abrazarla entre mis brazos, sabiendo que debe de sentirse abrumada y destrozada.

Yo con ganas de salir corriendo, si, salir, pero nada que bajaba de las nubes, este condenado artefacto era una cárcel aérea.

Vi mis manos, y se hacían pequeñas; vi el corredor, y lo veía cada vez más grande. Cuando entendí. Que no sabía cómo afrontar esta pena. Cuando ya con asombro mis pasos se volvían nulos. Ahí, mirando el cielo nublado de Lima, agotado, desubicado. Desconociendo todo…… - ¿alguien puede decirme que es lo que está pasando?-

Si hace un momento, me encontraba en Europa, en la cuna de las Letras, los muros que ahora me acompañan tienen ventanillas en fila, las horas han pasado, y debo de dar el primer paso, pero todo se nubla, todo cae a mis pies. Los planes, los sueños, agobiado, quiero ser algo que no soy, y es cuando la pregunta se crea sola, en mi cabeza -¿he sido un buen Hijo?-

Los temblores cesan, las palabras no quieren el salir de mi boca. Cojo la Laptop, y manejo un impulso que me da las fuerzas, para poder salir de ese escondite. Camino, y solo camino sin mirar a nadie, sin mirar a la sombra de mis temores. Dejo atrás todo, y con demencia grito



-¡Taaaaaaaxi!-

-¿si señor, a donde lo llevo?-

- ¿sabe donde es el Infierno?- el Taxista pone cara de mal genio. –Disculpe, caminare-

Mi casa es la que tiene una sola planta, y queda solo a treinta y ocho cuadras del aeropuerto, sin duda una caminata que no me hará daño. Quise entonces tratar de devorar mis miedos, cargo con mi maleta, las ruedas ayudaban a mi osadía, no creo que en mi país los amigos de lo ajeno se atrevan a arrebatarme esta humilde maleta, descolorida, casi sin gracia. Así que no hay peligro.  Fue cuando me acorde que Carmen Santana, si, mi Amiga ‘Ojos lindos’ ,ella vivía cerca de la Av. Consuelo, me acorde de ella en ese momento, fue una de las invitadas la noche en que me despidieron mis amigos, cuando decidí irme de aventura a Europa. Sentí el ir a verla, para poder tener apoyo, pero mis pasos eran torpes, y casi sin pensarlo me fui alejando cada vez más, del camino que desembocaba en la casa de mi amiga. Me sentí realmente Solo. Dibujaba en mi cabeza los momentos que habíamos pasado con mi Padre. No podía creer que ya no estaría conmigo. No podría creer que ya no podría hablar con él. No podría creer que ya no estuviera, para cuando algún día me llegase a casar con mi Musa, como lo extrañaría. Y fue que sin razón alguna, me tope con el camino de piedras, de diferentes formas y colores, una cerca de  madera que me resultaba conocida, y una puerta, que sin duda en un momento de mi vida había tocado para ser atendido. Si, era la casa de Canela. Ella también era mi Amiga, a ella la quería mi Madre, porque su Visión de la vida no era como la mía. Y mi Madre quería que sea ella quien me guie en mis pasos torpes. Ya que por así decirlo, mi Madre ya había escogido a Canela para que sea ella la Madre de mi Hijos. Y yo siempre obedecía las corazonadas de mi Madre. Mi Padre también le agarro cariño a Canela, siempre ella sonreía con las ocurrencias de mi Viejo.


Me sentía solo, y esa soledad me llevo a sentarme en el escalón, que al contacto con mi mano, se sentía cálido y conocido, ahí pasábamos horas y horas, siempre hablando con Canela, del futuro, de cosas que no tenían nada que ver con el mundo allá afuera, eran solo cosas que se guardaban siempre en un cajón, para luego formar un tesoro que ahora valoraríamos. El impulso me llevo a tocar mi cabeza, y a divagar en los recuerdos. Fue cuando la puerta se abrió. Era la Señora  Azucena Azcarate, Madre de mi ex – enamorada,  la Hermosa Canela. Mi Canela tenía sus ojos, su Boca, creí verla en cuerpo y alma. Pero era una imagen pasada por la vela del tiempo. Me sentí aliviado cuando de los labios de aquella mujer, aparecía la amacha que estaba buscando, palabras de consuelo y de alivio.

-mi más sentido pésame Querido Alonso-

-¿Cómo?-

Lo leí en el periódico-

El silencio barrio mis palabras.

Los cuerpos se enlazaron en un abrazo, que duro toda la eternidad.

-gracias, estoy bien- dije sin saber.

Minutos despues, las lágrimas de nuevo brotaron, brotaron sin parar. La casa que creía desconocida, se volvió de nuevo conocida, las palabras de la Madre de Canela me envolvieron, me deje llevar por el aroma a Madre. Y me acorde de la mía. Mi Madre, si, Madre, porque ahora me dejaste solo, sin despedirte siquiera.



Periódico ‘La Prensa’ - Prensa Escrita -

Miércoles 23 de Agosto, 2011

Luego que perdiera la Vida el Señor Alonso Jesús Vásquez (Padre), importante hombre de Negocios, dueño de la Fabrica Grupos Nora, en un accidente de tránsito. Su señora esposa, Segunda Piedra Neciosup, al enterarse de la muerte de su Marido, no pudo con la noticia, y consiguió beber veneno, el cual le causo una larga agonía, terminando con su vida en la sala de emergencia del Hospital Negreyros. Dejando Tres Herederos, siendo uno de ellos, el grandioso Escritor Alonso Vásquez Piedra, que por razones que se desconocen, aun no saben noticias de su paradero. Comentarios y voceros de la Familia dan información que el Hijo, el Prestigioso Periodista y Escritor Alonso Vásquez Piedra se encontraba de viaje por Europa, escribiendo su última Novela titulada Canela. Pudimos hablar con uno de sus hermanos ‘mi familia ahora se encuentra destruida, y por razones que son obvias no daremos entrevistas’. Dijo a este periódico, el Hijo menor de la Familia.

‘Nuestro más sentido pésame para la Familia Vásquez Piedra, desde este humilde Periódico, que fue uno de los Palcos, en donde, el Escritor Alonso Vásquez Piedra se hizo conocido con su Columna Papeles Olvidados’. Fueron las palabras del Director del diario. Amigo de la Familia Vásquez Piedra.

Dios, si estás ahí arriba, dime, si, dime en verdad ¿por qué? Porque me pones esta prueba, si tú sabes, sabias lo mucho que amaba a mi madre, ¿por qué ahora te la llevas?, porque ahora me dejas.

Me vi entre muros, no era la mía, no era mi casa, estaba ocupando uno de los cuartos de visita. Todavía me encontraba en la casa de la Madre de Canela, no me sentía valiente. Tanto como para poder volver a mi casa, para sentir la soledad de sus cuartos. Sin las dos personas a las que más amo. Mi Padres ya no estaban compartiendo mi historia. Me sentía el ser más mísero de la tierra.
Otro techo que no conozco.

Cliquea para ver el Cap. III: Canela Cap. III

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