octubre 23, 2013

Maldito cuadro [por Armando Q.] [Escritores Invitados]

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Escritores Invitados
por Armando Q.

Maldito cuadro


La puerta se cierra, y comienza el calvario. Los nudos de los dedos de las manos inquietan, pierdo interés por un momento en perderme en la página blanca que me tienta, la miro fijamente, me seduce, pero yo no accedo, me digo entonces, que debo esperar, esperar unos minutos, pero en la vida siempre esperamos, y la vida misma se nos va; es cuando giro a ver lo que me rodea, es cuando de pronto, las palabras brotan de una imagen enmarcada. Luego de unos minutos el cuerpo me pesa, no puedo revelar mis ideas, ya que estas se esconden de nuevo en un plano oscuro. Cuánto hace que no pienso en los detalles de aquel cuadro que cuelga de la pared, donde me encuentro con amistades de mi juventud, cuánto hace que no llamo a uno de ellos, solo para preguntar como se encuentran, que si ya cumplieron con sus sueños, que si tienen hijos. Cuánto hace que el cuadro no me trasmite recuerdos, cuánto hace que no poso mis ojos en aquellos rostros, o me lleva a un viaje, en donde me siento a gusto. Cuánto hace que no los recuerdo, como lo estoy haciendo en este preciso momento. A falta de ideas, decido escribir de aquel encuentro, de aquel día soleado, de aquellos rostros que ahora miro y busco detalles en mis recuerdos, guardados bajo siete llaves, un candado, cadenas. Busco la respuesta, si, la respuesta, de porqué es que me olvide tan pronto de ellos. En qué año fue tomada la foto que ahora toco con los ojos, y pienso, que si, he sido nuevamente egoísta. No puedo justificarme, siento el peso del cuadro, ya que lleva consigo recuerdos, especiales, algunos amargos, de cómo cuando me dieron la tarea de ser el Líder de la clase, pero no accedí. Cuando se vino abajo mis chances de poder caerle bien a mi instructor que me enseñaba dirección y suspensión. Mi rebeldía, salio a flote, creyendo que eso podía darme un poco de valor, pero termine por joderme la vida. Es ahí cuando comprendí que la vida no me daría otra oportunidad mas, es en ese momento, cuando debía aprovechar la oportunidad. Y aprender. Aprender de los maestros, de mis compañeros, de mis limitaciones, de cómo puede una simple imagen llevarme al año 2003, y dejarme con el sabor amargo, de que no aprovechado del todo, aquellos tres años. Pero aquí estoy, dispuesto ha aceptar mis errores, a calzar de nuevo sueños, dejarme de juegos para poder saltar todos los obstáculos que se interpongan, ya que no siempre debe uno quedarse quieto, esperando. A veces, debes ser quien, camine hacia la meta. Nadie va a ayudarte a conocerte a ti mismo, a menos que te des cuenta de las señales, las señales son tus errores, y de los errores se aprende. A la mala. Nadie te dirá lo que puedes o no, hacer, debes descubrirlo tú mismo.
El cuadro ahora yace junto a mi teclado, se escapan algunos recuerdos; de amigos y conocidos, de conocidos y extraños, es cuando la alarma suena, y de nuevo, me encuentro en el presente, es tiempo de levantarse de la cama, acomodar las cosas para una noche de trajín, trabajar de amanecida, cojo una botella de agua del estante, y me dirijo de nuevo a la puerta de hierro color negra. No sin antes despedirme de mi Madre, que ahora yace en su sofá, viendo una de las muchas telenovelas que vio en su vida. El mecanismo de la puerta se escucha en todo el espacio, el seguro y el golpe al cerrarla, luego miro mi parque verde, el cielo de una Lima gris que me espera, que me tienta, que me cobija, termino de acomodarme la camisa, y doy el primero de los muchos pasos, que daré, el día de hoy. Maldito cuadro que no quiere salir de mi cabeza, es por ello que no puedo si no, dejar de pensar en lo que no hice en aquellos años de inmadurez. Después de unas horas, el cuadro me da la respuesta, para poder escribir hoy. “No aprovechamos las oportunidades que se nos presentan, porque, pocas veces llegamos a entender si es o no, nuestro momento”.

Unas veces me siento

como pobre colina,
y otras como montaña
de cumbres repetidas,
unas veces me siento
como un acantilado,
y en otras como un cielo
azul pero lejano...


MARIO BENEDETTI