Escritores Invitados
por Armando Q.
Maldito cuadro
La puerta se cierra, y comienza
el calvario. Los nudos de los dedos de las manos inquietan, pierdo interés por
un momento en perderme en la página blanca que me tienta, la miro fijamente, me
seduce, pero yo no accedo, me digo entonces, que debo esperar, esperar unos
minutos, pero en la vida siempre esperamos, y la vida misma se nos va; es
cuando giro a ver lo que me rodea, es cuando de pronto, las palabras brotan de
una imagen enmarcada. Luego de unos minutos el cuerpo me pesa, no puedo revelar
mis ideas, ya que estas se esconden de nuevo en un plano oscuro. Cuánto hace
que no pienso en los detalles de aquel cuadro que cuelga de la pared, donde me
encuentro con amistades de mi juventud, cuánto hace que no llamo a uno de
ellos, solo para preguntar como se encuentran, que si ya cumplieron con sus
sueños, que si tienen hijos. Cuánto hace que el cuadro no me trasmite
recuerdos, cuánto hace que no poso mis ojos en aquellos rostros, o me lleva a
un viaje, en donde me siento a gusto. Cuánto hace que no los recuerdo, como lo
estoy haciendo en este preciso momento. A falta de ideas, decido escribir de
aquel encuentro, de aquel día soleado, de aquellos rostros que ahora miro y
busco detalles en mis recuerdos, guardados bajo siete llaves, un candado,
cadenas. Busco la respuesta, si, la respuesta, de porqué es que me olvide tan
pronto de ellos. En qué año fue tomada la foto que ahora toco con los ojos, y
pienso, que si, he sido nuevamente egoísta. No puedo justificarme, siento el
peso del cuadro, ya que lleva consigo recuerdos, especiales, algunos amargos,
de cómo cuando me dieron la tarea de ser el Líder de la clase, pero
no accedí. Cuando se vino abajo mis chances de poder caerle bien a mi
instructor que me enseñaba dirección y
suspensión. Mi rebeldía, salio a flote, creyendo que eso podía darme un
poco de valor, pero termine por joderme la vida. Es ahí cuando comprendí que la
vida no me daría otra oportunidad mas, es en ese momento, cuando debía
aprovechar la oportunidad. Y aprender. Aprender de los maestros, de mis compañeros,
de mis limitaciones, de cómo puede una simple imagen llevarme al año 2003, y
dejarme con el sabor amargo, de que no aprovechado del todo, aquellos tres
años. Pero aquí estoy, dispuesto ha aceptar mis errores, a calzar de nuevo
sueños, dejarme de juegos para poder
saltar todos los obstáculos que se interpongan, ya que no siempre debe uno
quedarse quieto, esperando. A veces, debes ser quien, camine hacia la meta.
Nadie va a ayudarte a conocerte a ti mismo, a menos que te des cuenta de las
señales, las señales son tus errores, y de los errores se aprende. A la mala.
Nadie te dirá lo que puedes o no, hacer, debes descubrirlo tú mismo.
El cuadro ahora yace junto a mi
teclado, se escapan algunos recuerdos; de amigos y conocidos, de conocidos y
extraños, es cuando la alarma suena, y de nuevo, me encuentro en el presente,
es tiempo de levantarse de la cama, acomodar las cosas para una noche de trajín,
trabajar de amanecida, cojo una botella de agua del estante, y me dirijo de
nuevo a la puerta de hierro color negra. No sin antes despedirme de mi Madre,
que ahora yace en su sofá, viendo una de las muchas telenovelas que vio en su
vida. El mecanismo de la puerta se escucha en todo el espacio, el seguro y el
golpe al cerrarla, luego miro mi parque verde, el cielo de una Lima gris que me
espera, que me tienta, que me cobija, termino de acomodarme la camisa, y doy el
primero de los muchos pasos, que daré, el día de hoy. Maldito cuadro que no
quiere salir de mi cabeza, es por ello que no puedo si no, dejar de pensar en
lo que no hice en aquellos años de inmadurez. Después de unas horas, el cuadro
me da la respuesta, para poder escribir hoy. “No aprovechamos las oportunidades
que se nos presentan, porque, pocas veces llegamos a entender si es o no,
nuestro momento”.
Unas veces me siento
como pobre colina,
y otras como montaña
de cumbres repetidas,
unas veces me siento
como un acantilado,
y en otras como un cielo
azul pero lejano...
MARIO BENEDETTI