En la primera parte del día, al suave roce de la botella en el paladar,
mis sentidos no hacían sino danzar.
Sueños impresos en gotas de vino,
lanzadas al vacío de noches sin aliento.
El deseo arrastra los cuerpos desnudos,
quieren más que besos.
La primera copa invita a romance y encuentro,
deseos llenos de magia y hormonas con disfraces.
Tras la llama de la última velada, la luz se esfumó como humo en el ambiente.
Copas ajenas en sillas cómodas, algo frías
y una conversación molesta, llenan la segunda parte del día.
Manoseando un poco el tiempo, jugamos a pretérito
y un poco de sexo en cada gota robada.
Vuelves a la realidad, y en este caso, quien te habla es una mujer de lengua bífida.
Esbozas una sonrisa maliciosa, una mirada cínica por un segundo,
pensando que realmente podrías hacerlo.
Tomas sus manos con las tuyas, podrás besarla fuertemente
y ella acortará su silbido malicioso, para acotar sobre tu expresión calenturienta.
Te dices en un susurro concreto, ésto tiene que acabar,
al éxtasis han de llegar mientras se derrama la última copa de vino,
que parece no tener final...