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CANELA
CAPITULO SIETE
- VIDA -
Me siento agotada. Mis fuerzas
fueron extirpadas de mi cuerpo. Un ave desplumada. Pase por una coladera, y no,
lo peor de todo no es que me sienta usada como rata de laboratorio, creo que
esto ha de sentir la carne soleada. Mutilada por navajas sin filo para sentir
cada corte, cada minuto el dolor de mi agonía
late brevemente para recordarme que hoy ha comenzado el final de mis días Felices.
Aunque estos hayan sido pocos. Lo peor de todo es que mi dolor tiene nombre …Alonso
Vásquez Piedra.
El hombre que yace entre la línea de ‘estar vivo y sentirse vivo’, a unos pasos de donde estoy se encuentran las paredes que componen su mundo, pero las cosas ahora son menos que nada. El Galeno ha dictado palabras que han hecho de mí, solo una masa, una que no encuentra equilibrio, Dios me ha dejado en la repisa una prueba más. No creo estar preparada para esto. La verdad no creo que nadie esté preparado para afrontar un destino igual.
Me siento presa del miedo, pero
no sé cómo expresar mi asombro, mis latidos ahora han podido estar en un ritmo
acomodado, recuperándome del asombro. Mis fuerzas me han abandonado. Quiero
destinar mi tiempo a salvar, ese algo que creí era distribuido por igual, para
todos. Loca Yo, creí tener derecho. Pero me equivoque, el Amor solo llega para
algunos, en cambio Yo, llegue tarde a esa repartición de tal gracia, la invitación
no llego nunca a mi puerta o se extravió en el mar de lamentos y errores.
Mis manos están cansadas de
luchar contra el viento. Ahora yacen como palos secos a punto de ceder,
despegarse cual hojas marchitas, secas veo como caen al suelo. Mis ojos no los
puedo abrir sin sentir dolor, siempre hay polvo allá afuera, mis piernas y todo
mi cuerpo ahora son de Arena, tratan de reanimarme pero me filtro entre los
dedos de la gente, mi mente ahora solo está pensando en él, prensando en
aquella ocasión en que vi su sonrisa por
última vez, la de Alonso siempre ha sido pura y sublime; sé que me necesita
ahora, pero me es imposible conseguir acércame a él, hombres a mi rededor, uno
golpea mis mejillas y de un brinco vuelvo a la realidad que choca contra mi
espacio. Mis ojos barren mi rededor y
con dificultad entiendo poco a poco lo que ha pasado, y las noticias viajan a
cien por hora estrellándose de golpe contra mi cabeza, y encuentro obstáculos
que hablan en otro idioma que no es el mío, personas que se han empeñado en ser
muros, atrincherándose, las prohibiciones las oigo venir pero no presto atención,
Yo no escucho. Quiero levantarme pero mi
cuerpo se hace más pesado en cada intento. Luego de unos minutos Dos hombres
uniformados se paran frente a mí y con una voz que rasga mi vestidura dicen –acompáñenos,
no se le permite estar aquí, solo a los familiares y en horarios establecidos -
quiero el responderles, pero no recuerdo el cómo hablar, pierdo el habla, hasta
Yo misma me sorprendo, mi voz es apagada por los jalones, - pero si hasta hace
un momento sabia como pronunciar las palabras ¿Qué paso?- aprisionada entre dos muros, enormes, mis
manos quieren moverse, pero no sabrían que hacer ¿Luchar?, si, quiero Luchar,
pero no sé cómo. Mi mente estaba en blanco, mi esperanza se había desvanecido
mientras a unos metros de la salida, sentía que los dos hombres reconocían a
alguien que entraba por la Puerta Principal. El caminar apurado de los dos,
poco a poco se desvanecía. Pienso en Él, en Alonso: que si estará bien, que si
habrá preguntado por mí, que si podre al fin verlo, ahora, mañana, en el
futuro.
No puedo saber de él, mirarlo a
los ojos, sentirlo, sucumbir en su aliento, aun así, lo extraño. ¿Así serán las
cosas? ¿Eso no es Amor?, que si no lo es, entonces ¿Qué es esto que estoy
sintiendo y no me deja respirar, al punto de no poder siquiera exclamar un ‘Yo
soy quien Ama a ese Hombre’?
Él allá brincando cada segundo la
línea de la vida y la muerte, y Yo aquí, llorándolo. Las lágrimas brotaron, por
la gravedad caían por desesperanza. Vi mi vida acabarse, porque sin Amor, sin
Amor no somos nada. Me disuelvo y nadie puede el ver mi llanto, ya que mis lágrimas
son desde el corazón para dentro. O eso creía, lo que en realidad pasaba era que
nadie quería prestarme atención. No encuentro palabras, y solo me dejo guiar
por estos hombres de Seguridad del Hospital, escoltándome a la Salida. ¡Oh Dios!, que si hay un Dios en
esta parte del Universo decimé: ¿este será tu juicio? ¿Alonso y Yo no podremos
vernos? Que si esta es tu decisión Divina, así ha de pasar ¿no habrá nada más
que pueda hacer? me comen las ganas de gritar su Nombre, pero mis fuerzas no
las puedo canalizar. Mis ojos me duelen, y mis manos no ejecutan las órdenes de mi cerebro. Al ver la
salida, una luz en terno Azul me da el encuentro. Frente a mí, se encuentra la
persona que no creí nunca deberle un Gracias, ni siquiera, en verlo como un
ángel sin alas, paseando por las brasas de la Tierra. Es Joel, el hermano de
Alonso, ha llegado después de haber sido llamado por el Hospital, este último, haciéndole
ver mi visita sin haber sido invitada ¿pero hay invitación para querer ver al
hombre que Amas? ¿Para darle esperanza a alguien? ¿la hay? Tuvo que venir a
pedido de la Administración, ya que mi insistencia estaba siendo controlada por
los hombres de seguridad del Hospital, y la Administración del mismo no quería
verse envuelta en escándalos, lo llamaron para preguntarle si había permiso de
la Familia para que Yo pueda el visitar a Alonso a estas horas de la Noche. Joel,
al ver mi cuerpo sin Alma, con la cara envuelta con una cera de desilusión,
Ordeno a los hombres que me tenían sujeta, hagan el favor de dejarme pasar. Y
diciendo claramente, que será bajo su responsabilidad mi visita, el ver a
Alonso era entonces cosa de poder pasar esa puerta, solo unos pasos, pero mi
decisión y determinación colgaron de mi cuerpo, mi cobardía tomaba forma en mi
mente. Mis labios se juntaron solo para mordisquear las palabras que sellaron
ese encuentro. –Gracias Dios- es cuando la luz se hace más fuerte, a metros de
la puerta que me separaba del Hombre que
juro el Esperarme, me vuelvo para poder ver al hombre que ha hecho posible
esto, y con una voz cansada le pregunto:
-¿Por qué? ¿Por qué haces lo que
haces? Si tú siempre has estado en desacuerdo,
con mi relación con tu hermano. ¿Por
qué?- fue cuando sus labios eran una jaula de verdades, que al sentirse en
libertad las palabras, golpearon aun más,
este cuerpo ahora consumido por sedantes.
-Yo quiero a mi hermano, y si
eres tú, ese alguien que pueda volverlo a la Vida, no lo pensaría Dos veces, Tú
y Yo somos humanos, hubo un tiempo en que no estaba de acuerdo, como tú lo has
dicho, pero se trata ahora de la vida de Alonso, se trata de que despierte de
ese estado, y si hay alguien en este planeta que pueda hacer algo. Ese alguien
estoy completamente seguro, ese alguien eres Tú- no tuve palabras
para poder seguir, fue cuando mi mano en un movimiento voluntario sujeto la de
Joel, y con la mierda ahora fija en sus ojos, agradecí tal gesto. Mis labios se
juntaron para dar el primer beso de la Noche al Hombre que creí poder simpatizarle
nunca, y plante un beso en su mejilla –gracias- mi voz tomaba fuerza, mis
fuerzas, las sentía volver, la esperanza como llamarada se acrecentaba en mi
interior. No sabiendo que me esperaba tras esa puerta. Girar la cerradura, y escuchar
el maquinismo hacer su trabajo. El espacio estaba consumido por una atmosfera
pesada, la de un Adiós. Olía a tristeza.
Su rostro no tenía la brillantez,
y esa sapiencia que emanaba de él, sus manos con las palmas mirando al techo
daban la impresión que fueron quemadas por el fuego de la vida, su boca se
había ya secado, sus labios habían perdido su dulzura, mis ojos barrían aquel
cuerpo que yacía de cara al techo, sin inmutarse que había alguien entrando al
ambiente. No sentí estar cerca al hombre que vi hace unos días. No mire el
Alma, mi mente se enfocaba en el cuerpo. Una frazada blanca cubría su cuerpo hasta la altura del
pecho, para luego dejar parte de este y la cabeza al descubierto, junto con los
hombros y las manos fuera de su abrigo. Me impaciente, cuando los sonidos
fueron apagados cuando me vi a mi misma en ese ambiente, hace un rato todos
hablaban, ahora solo hablaba una maquina, con un sonido que indicaba con su
canción infernal, los latidos de Alonso.
¿Es él Alonso? Mi pregunta fue en
silencio, para que mi conciencia entre en razón, es cuando divisé en él, la
belleza que creí no ver nunca más, y me di con la sorpresa de que si, era él.
Mi bien Amado, ahora se encontraba boca arriba, en una cama y en el centro de
un cuarto luchando por vivir.
-mi Amor, ya vine, estoy aquí-
pero mis labios no se juntaron para nada, mis ojos solo seguían los cables, las
líneas de vida, los ángulos rectos, los círculos, miraba todo menos a él. Me
sentí miserable, me guie por mi instinto, y de golpe, fue cuando resulto que no
había todavía ingresado al cuarto, la puerta no se había movido de su marco era
Yo quien no había dado ningún paso, me había detenido ahí mirando a la gente
sin mirarla, imaginando mi encuentro con Alonso, impactada por la escena. Luego
caí a cuenta. Cuando de pronto, era mi mano que no podía soltar el sillón en el
que estaba ahora sentada, un aire helado ingreso por mi espalda, miedo. Si,
sentía miedo, parecía muerto, y que si fuera por la maldita maquina, que confirmaba
que seguía con vida. Yo creo que Alonso hubiese esperado que Dios no lo haga
sufrir de tal modo.
Sentí como me achicaba en ese
instante. Sentí la presión, volver de las brasas de Morfeo, sentí el mareo que
no cesaba y me exprimía cual naranjo. El mundo daba vueltas –me asuste- mi
cabeza, mi cuerpo, mis manos, mi pecho. Volviendo fue entonces cuando desperté.
- señorita, le digo que usted está esperando un Hijo–
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